I.

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IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI  EXCELSI.

En nombre de satán, ordeno a las fuerzas de la oscuridad que viertan su poder infernal en mí. Abrid las puertas del infierno de par en par y salid del abismo para recibirme como su hermana y amiga.

Cocededme las indulgencias de las que hablo.

IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI  EXCELSI.

En nombre de satán, ordeno a las fuerzas de la oscuridad que viertan su poder infernal en mí. Abrid las puertas del infierno de par en par y salid del abismo para recibirme como su hermana y amiga.

Por todos los dioses del averno, ordeno que lo que yo digo ha de suceder.

Salid y responded a vuestros nombres manifestando mis deseos.

Tomó las tres velas negras y encendió con un cerillo cada una de ellas, tomó la aguja y se pinchó el dedo índice de la mano izquierda, llenando haste el tope un diminuto envase de su propia sangre, posteriormente buscó la pluma sin tinta y la sumergió en el líquido rojo y tibio que había extraído de una de sus extremidades y escribió con perfecta caligrafía sus dos nombres y su único apellido. Después, se sentó en dirección diagonal a las velas que iluminaban la habitación con aspecto lúgubre y se dispuso a vociferar las mismas palabras del conjuro de invocación que estaban plasmadas en la hoja del papel.

—IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI  EXCELSI.

En nombre de satán, ordeno a las fuerzas de la oscuridad que viertan su poder infernal en mí. Abrid las puertas del infierno de par en par y salid se abismo para recibirme como su hermana y amiga.

Cocededme las indulgencias de las que hablo.

IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI  EXCELSI.

En nombre de satán, ordeno a las fuerzas de la oscuridad que viertan su poder infernal en mí. Abrid las puertas del infierno de par en par y salid del abismo para recibirme como su hermana y amiga.

Por todos los dioses del averno, ordeno que lo que yo digo ha de suceder.

Salid y responded a vuestros nombres manifestando mis deseos.

Al terminar de recitar aquellas palabras, quemó el papel en la llama de la vela de en medio y proclamó;

—¡Padre belial! ¡Venga a mi!

Al instante, el ambiente se tornó pesado y en el rincón de la habitación una sombra con aspecto de un hombre de  aproximadamente dos metros de altura apareció. Un silencio eterno se extendió en el lugar, podía sentirse el calor del infierno entre las paredes por culpa de la presencia de ese demonio que había corrido al llamado de una ignorante mundana que cometería la mayor desfachatez de su vida.

—Me habéis llamado, mundana... decidme tú razón.

Se animó el demonio a hablar, su voz era grave y áspera, era tan impactante que le provocó un escalofrío a la chica de piel morena y ojos grandes que aún se mantenía postrada en el suelo del otro lado de la habitación. Ella, con voz titubeante y extremadamente temerosa respondió a el cuestionamiento del demonio.

—¡Padre belial, le he invocado para que salve mi vida!

Misterio en crosswell •|EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora