Capítulo 2.

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|•Arriesgate•|

Se valiente, toma riesgos, nada puede sustituir a la experiencia.

Paulo coelho.

...

Inhale con felicidad llenando mis pulmones del aire fresco y puro del entorno, mientras rodeaba cada uno de los árboles, tal como una niña pequeña, daba cortos saltos y una que otra vez mis labios emitían diminutas carcajadas.

Giré mi cabeza hacía el lado izquierdo y mis ojos contemplaron algo que realmente me inmutó. Me acerqué con sutileza, no quería asustar a aquella criatura que dormía plácidamente sobre unas cuantas hojas.

Al estar más cerca detallé por completo al animal, era un pequeño gato, era hermoso.
Su pequeña nariz era tan rosada como el vestido que traía puesto, sus bigotes largos y su pelaje tan blanco como la nieve, su pecho subía y bajaba con lentitud, sus ojitos se mantenían cerrados y por lo tanto, el color que los decoraba sería un misterio para mi, al menos por ahora. ¿Que haría con el animalito? No podía dejarlo ahí tirado, eso seguro, tenía que llevarlo conmigo, si, eso haría. Tomé con sumo cuidado al pequeño gatito que aún dormía y lo sostuve entre mis brazos.

Como todo lo bueno tiene su final, era hora de regresar al internado.

Caminé despacio, no quería despertar a mi nuevo amigo.

Miré en todas las direcciones, buscando indicios de algo que me guiara por mi camino inicial pero no encontré nada. Solo árboles, árboles y ramas.

¿Cual era el camino de regreso?

No me alejé tanto, debe estar cerca.

Seguí caminando hacía donde mi subconsciente me indicaba, el camino, probablemente no era el correcto pero tenía que probar, de una u otra forma retornaría al internado.

Y, sin previo aviso, una espesa gota tundió en mi antebrazo obligándome a subir la mirada y centrarla en el cielo, una vez mis ojos se posaron en el, vi lo oscuro que se encontraba.

Mierda, tengo que apresurarme.

Mis pies ahora se movían a la velocidad de la luz y extrañamente el gato no despertó por el ajetreo.

Un fuerte relámpago resonó por todo el bosque, fue tan grande el estruendo que los árboles parecieron estremecerse junto conmigo.

Y fue entonces, que, como si el hipnotizador hubiese chasqueado sus dedos frente a mis ojos, desperté del trance en el que me encontraba. Ya el bosque no se miraba acogedor, ahora, todo el aura se miraba lúgubre. Las ramas de los árboles se tambaleaban con ferocidad a causa del viento tan fuerte, el cielo se iluminaba a cada instante por causa de los relámpagos y cada cierto tiempo un trueno salía a juego, haciéndome temblar, siempre le temí a los truenos. Una tras otra gota de agua comenzaron a caer del cielo.

El miedo comenzaba a apoderarse de todos mis sentidos.

Estaba sola, pérdida en medio del bosque con una tormenta amenazándome severamente.

Traté de contener las lágrimas que se habían acumulado en mis ojos gracias al miedo que me aprisionaba el pecho.

Di algunos pasos y me volví a parar en seco.

Sentí entre los dedos de mis pies algo rústico, denso y viscoso.
Moví mis dedos para corroborar que lo que estaba sintiendo no era una alucinación.
Bajé mi cabeza y los vi, desnudos, embarrados de lodo.

Misterio en crosswell •|EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora