Lección 1: Conociendo a Dylan Skeen

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Lección 1: Conociendo a Dylan Skeen

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Como decía, soy una gatita bastante observadora del mundo. Y es que no me quedan muchas opciones, en la casa en donde vivo no hay demasiado entretenimiento. Mi ama es una muchacha llamada Samantha Blake y estudia en una escuela del vecindario. Ella suele decir que es la típica adolescente, pero si todas son tan aburridas como ella no imagino cómo debe ser el mundo allí afuera. Pobres chicos.

Y hablando de chicos, creo que el vecino de enfrente, Dylan Skeen, es todo lo contrario a Samantha. Ambos tienen la misma edad, van a la misma escuela y sin embargo son polos opuestos. Sé todo eso porque me gusta recostarme en la alfombra de la habitación de Samy cuando vienen sus amigas a visitarla. Esas niñas son toda una fuente de chismorreo.

Pero no piensen que sólo observo las cosas, también me gusta salir a experimentarlas por mi cuenta. Como mi ama sólo vive con su abuela, es fácil para mí esperar a que alguna de las dos se distraiga para escaparme a la calle.

Entonces juego a cazar mariposas, tomo sol tirada en el pasto, huelo las flores del cantero y hasta me animo a acercarme a los perros pequeños. Algunos son bastante nerviosos y no paran de ladrar hasta que me alejo, pero de vez en cuando son amistosos. Solamente una vez me llevé un buen susto con un rottweiller, pero pude correr a tiempo y salvarme de una mordida segura. Desde entonces, a Samy y a la abuela no les gusta que salga por mi cuenta, pero yo lo hago de todas maneras.

En casa sólo tengo una pelota, y la he usado tantas veces que me he convertido en una experta. ¡Sería tan divertido tener a un compañero gatuno para jugar! Los especímenes de mi zona son algo pedantes, se creen que porque soy una gata doméstica no sé divertirme. Al final, estoy mejor sola. Bueno, sola no. Como he dicho, mi mejor entretenimiento hoy en día es observar a mi vecino, Dylan Skeen.

Me agrada ir a visitarlo, a pesar de las cosas irreproducibles que dicen de él Samy y sus amigas. Tengo la ligera sospecha de que entre ellos alguna vez hubo algo, ambos tienen un comportamiento extraño las pocas veces que se encuentran frente a mí. Es como si no pudieran mirarse sin emitir chispas, me hace acordar a mi susto con el rotweiller. Pero no estoy segura de quién es el perro y quién el gato en este caso.

Sí, Dylan me cae simpático, no me importa que Samy derrame alguna lágrima luego de haberlo visto, o que guarde una foto suya llena de rayones en bolígrafo verde. No sé si será algo normal tener fotos de uno abrazando a los vecinos que odia. Yo jamás guardaría una imagen del rottweiler, y no imagino a las mariposas que persigo llorando frente a una fotografía mía. Los humanos son extraños. Pero por eso es que son tan interesantes.

Hoy me animé, y cuando escapé de casa me metí por la ventana del cuarto de Dylan. Se preguntarán cómo sé que ésa es su habitación. Pues simple: se ve desde la ventana de Samy, y más de una vez ha aparecido en pijama, o bailando su música a todo volumen.

Es algo raro ese chico, baila en soledad su música estridente, aunque se lo ve tan serio cuando aparece por la acera, regresando del colegio, en compañía de sus amigos o discutiendo con su padre, un sujeto cuyo olor a alcohol invade mi sensible olfato y mi poca paciencia felina.

¿Tendrá dos caras? Eso es lo que quiero averiguar, por eso me he metido en su cuarto el día de hoy. Ahí viene, me ha visto. Fingiré inocencia y pediré mimos a los pies de su cama, a ver si me deja quedarme por un rato.

 Averiguaré lo que pueda, y se los contaré, lo prometo.

Desde la ventana (Crónicas Gatunas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora