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Lección final: Sobre la verdad y el éxito
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Han pasado más de cinco años desde aquella tarde en que Samy me apretó contra su pecho para no llorar por la partida de nuestro vecino.
Ahora me encuentro bien cómoda en el sofá de la sala, frente al televisor, mientras la abuela y Samy terminan de preparar la cena. Mi ama se ha convertido en una cocinera bastante buena, ha entrado a trabajar en un lugar que ella llama “el restaurante”. Me gustaría conocerlo, de no ser porque las cosas en esta casa han cambiado bastante y tengo que vigilar mi territorio.
Ha llegado a mi hogar un nuevo habitante, es un gato muy parecido a mí pero de color blanco. Adivinen, ¿cómo lo han llamado? Nino. No se les pudo ocurrir nada más original, por lo que veo.
Y la verdad es que es bastante molesto, me persigue por todas partes y pretende seducirme. ¡A mí! Ningún misterio parecía quedar sin resolver, hasta la llegada de este gato cabeza dura. Por el momento lo estoy tolerando, pero él parece decidido a invadir mi espacio. Como ahora, que ha venido a sentarse junto a mí, y pretende congraciarse conmigo trayéndome uno de sus juguetes. A mí solamente me gustan las pelotitas, pero bueno, voy a aceptar su gesto. Por momentos me conmueve, para qué negarlo.
Por otro lado, hay algo más que debo contarles. Un momento, están por interrumpirme otra vez. Ahí viene Sophie, trato de esconderme pero esa niña siempre me encuentra y me lleva con ella. Le gusta cargarme en sus brazos, pero yo lo que quiero ahora es ver la tele. Miro desde sus hombros, mientras ella hace un esfuerzo por no dejarme caer al suelo, y me lamento en silencio. Ya perdí mi lugar en el sofá, Nino se ha estirado y ahora hace de cuenta que todo el almohadón es suyo.
¿Ven? No puedo descuidarme ni un minuto, esta casa es un nido de locos.
La abuela aparece por la puerta de la cocina y me libera de la mocosa. Ésta tiene apenas cuatro años, pero es bastante ágil. Es rápida para correr, ya ni me molesto en intentar huir de ella. Samy debería controlarla un poco más, pero no es mala madre.
Han acondicionado la sala para que comamos viendo la televisión, y todos vamos tomando nuestros lugares. Esta noche es especial, todos estamos emocionados. Bueno, todos menos el bobo de Nino, que no tiene idea de lo que ocurre, y Sophie, que es muy pequeña para entenderlo. O eso dicen mis amas, pero yo creo que la niña es bastante inteligente, algo sospecha.
La previa termina, los comentaristas hablan de las posibilidades de cada equipo, y de la incorporación de una nueva promesa juvenil, como titular. He pasado estos cinco años mirando estos programas, así que he aprendido todo lo que podía sobre este deporte. Adoro el básquet, así como a la pequeña pelotita miniatura que alguna vez me regaló mi vecino favorito.
Y comienza el juego. Salen todos a escena, y me pongo tensa mientras espero que la cámara vaya enfocando a todos los jugadores de ambos equipos. La casa está en silencio, hasta Sophie se ha quedado muda. Entonces ahí está, hermoso y hasta más alto, Dylan Skeen. Ha llegado a las ligas mayores, está cumpliendo su sueño.
La abuela contiene un gritito al verlo, y Samy se aferra a su pequeña sin decir nada. Las cosas han sido muy difíciles para ella estos últimos cinco años.
Los malos recuerdos le impidieron a Dylan tomar el valor necesario para regresar, o eso suele decir mi ama mayor, y Samy es demasiado orgullosa como para pedir ayuda cuando la necesita. Llevó adelante el embarazo ella sola, y cortó todo contacto con Dylan y su familia para evitar convertirse en un problema para él. Las amigas chismosas venían y le decían que era demasiado buena, pero yo sabía que ella lo hacía por su propio bien.
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Desde la ventana (Crónicas Gatunas #1)
RomanceDesde una ventana, una pequeña gatita negra aprende sobre el mundo exterior. En especial, a partir del humano que realiza un extraño ritual para alejar la tristeza en la casa del lado. Historia publicada para el concurso Ladrones de personajes de @j...