Capítulo 4

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Romeo

Me sujeté del saliente del balcón con ambas manos, me aferré a este con desesperación tratando de impulsarme hacia arriba. Pero mis manos estaban empapadas y comenzaron a escurrirse. Comencé a sentir como una de ellas se deslizaba por la piedra, tan rápidamente que terminó por zafarse.

Cercanas se escucharon voces a cada segundo más próximas, podía escucharlos hablar entre ellos con un poco más de claridad a cada instante, eso hizo que me sintiera desesperado. Luché con todas mis fuerzas contra el peso de mi cuerpo cansado, tensando cada músculo del brazo.

Dos sombras se dejaron ver cercanas a los setos en los que solo unos minutos estaba oculto. Un sudor helado comenzó a escurrirme por la sien cuando pude percibir con toda claridad el fuerte humo de un cigarrillo. "No se las dejaré tan fácil" pensé y apremiado por la urgencia de escapar sujeté nuevamente la piedra con ambas manos, mientras jalaba mi cuerpo sudado con todas las fuerzas que me quedaban. Caí de un golpe seco sobre el piso lustroso del balcón. Justo debajo los matones a los que se les había permitido dar un vistazo solo para quedarse tranquilos. Pasaron registrando cada rincón en mi búsqueda justo por debajo de la habitación.

Estaba claro que nada estaba saliendo como yo esperaba. Me apoyé unos segundos contra la piedra fría tratando de recuperar el aire. A poco de menos de medio metro de mí había una mesita y dos sillas. Sobre la mesita se dejaba ver un dibujo. Gateé hasta allí sin poder resistirme a mi curiosidad y sin incorporarme aún lo tomé entre mis manos. No era de esos que se sorprendían con facilidad, pero por un instante me quedé helado. En la hoja vi un hombre que me resultaba sumamente familiar, aunque no lograba recordar de donde. Sentí que prácticamente podía
salir de la hoja en cualquier segundo, su expresión, los trazos del rostro eran perfectos. Y sus ojos gritaban en silencio llenos de dolor.

Me quedé petrificado al escuchar nuevamente las voces provenientes del jardín. Imaginé que caminaron hasta los de seguridad porque los pasos de pronto se detuvieron y se sumaron algunas voces más. Por un instante pensé que podría respirar con tranquilidad, por lo que me incorporé estirando las piernas. Cuando de pronto se encendió la luz de la habitación e instintivamente levanté las manos.

Helena

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Helena

En cuanto levanté la mirada hacia la puerta de cristal que daba al balcón me topé con lo último que imaginé encontrar en mi cuarto. Un muchacho con las manos levantadas como en señal de rendición me miraba tan asombrado como yo a él.

De inmediato lancé un chillido que no llegó a convertirse en grito y tuve que forzar a mi cuerpo totalmente petrificado a moverse e intentar escapar de la habitación. Pero fueron esos segundos en los que procese la información, los que le dieron ventaja y se lanzó sobre mí con una velocidad sorprendente. Intenté dar la vuelta y correr pero su cuerpo cayó sobre el mío con toda su fuerza. Sentí el suelo frío debajo de mí y el fuerte dolor del impacto. Con su mano me tapó la boca y logró sofocar a tiempo mi grito.

Pídelo y Moriré a Tu Lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora