Capítulo 6

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                        Romeo

La rubia trazó pequeños círculos sobre la cicatriz que tenía justo debajo del ombligo, sus enormes ojos verdes me rogaban que la tocara y por mi pecadora alma que la complacería. Siempre había creído que no había mujer más sexy que Malena pero al ver asomar esa  prominente delantera sobre el sostén de encaje blanco, entendí cuan equivocado estaba. Recorrí con mis dedos su espalda dibujando con delicadeza el trayecto hacia su cintura. Ella lanzó un pequeño gemido que terminó por volverme completamente loco.

Se mordió el labio inferior y se acercó un poco a mi rostro.

—Tócame por favor —rogó pegando su pecho al mío.

Necesitaba decir mucho menos que eso para lograr que yo saltara como una fiera sobre ella.

La tomé de las caderas y la levanté ligeramente sentándola por fin sobre mis caderas. Ella acercó sus labios hinchados  a los míos y perdí completamente el control. Le ceñí el trasero con mis manos y empujé un poco  para que sintiera cuanto la deseaba, Helena sintió la ligera presión contra el calor de sus muslos y se sonrojo. Eso me volvió loco de una manera que no sabía que era posible.

—Nena —gruñí, mirándola directamente a los ojos.

—¿Acaso me cogiste de punto muchacho? —dijo Malena furiosa y salté como un resorte de la cama.

Ella tenía su mano en mi torso y el ceño fruncido, estaba furiosa. Pasaron muchas cosas por mi cabeza en un instante ¿Cómo había llegado al departamento de Malena? ¿Y por qué estaba soñando con la fierecilla? Solo pensar en ello me estremeció por completo. No soñaba con frecuencia o si lo hacía no lo recordaba. Pero ese sueño había sido tan vivido que aún sentía el calor infernal que me recorría.

—¿Con quién soñabas? —interrogó enfadada.

—Contigo nena, con quien más —dije tratando de darle un beso.

—Mientes —inquirió —levantándose de la cama.

Tenía la certeza de no haber dicho nombres, de otro modo me habría  puesto una buena  paliza, lanzándome a la calle semidesnudo. La vi entrar al baño dejando la puerta entre abierta, eso era una señal de que no estaba tan enojada como aparentaba.

—¿Cómo llegué hasta aquí? —traté de romper el hielo.

—El idiota de tu amigo —contestó con el cepillo en la boca —quiero que le digas que esto no es hotel ¿entendido? —dijo apoyándose en el marco de la puerta aún con el cepillo en la mano.

—Mensaje captado —llevé  la mano derecha con los dedos juntos hacia la sien  en forma de saludo militar, eso la hizo sonreír.

Debí estar ebrio como una cuba porque no recordaba casi nada.

—¿Y nosotros…? —alcé las cejas.

—No, pero por lo que sé, te la estabas pasando bastante bien con alguien más —insistió.

—Ya hija, deja de dar chucho —dije imitándola. Y ella no pudo evitar reír.

Me lanzó una toalla que había tomado en la cara y volvió a sonreír.

—Vete o te doy un cocotazo —me amenazó riendo —puerco.

Me incorporé tomando mi camiseta.

—¿Pero así te gusto no?

Su semblante cambió y supe de inmediato que había dicho algo que no debía.

—Sabes que es más que eso —murmuró.

Pídelo y Moriré a Tu Lado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora