Romeo-¡Nando! -llamó Marcello con voz potente -¿Dónde está Nando?que venga de inmediato.
Marcello era de esos tipos que con su sola presencia te intimidan, los hombres le temían y las mujeres se sentían atraídas por su belleza salvaje, tenía ojos color café, su cabello era negro como la noche y llevaba siempre barba poco poblada. Tenía unos cuarenta y ocho años pero aparentaba menos, era del tipo atlético, siempre vestía de manera elegante y solo le gustaba lo mejor.
Era un hombre poderoso manejaba más de la mitad de Santa Cecilia y poseía numerosos negocios en la capital. Sin embargo su mayor placer era trabajar en la cocina del restaurant Don Victorio; llamado de esa forma por el padre de Marcello.
-¿Cierro la puerta padrino? -dije sonriendo al entrar.
-Pero claro muchacho ¿Qué clase de pregunta tonta es esa? -dijo dedicándome una gran sonrisa -¿Acaso pretendes apagar los fuegos y armar todo un desastre?
-Lo siento jefe.
Negó con la cabeza riendo. Tenía la camisa arremangada hasta los codos y las manos sucias de amasar.
-No me llames jefe muchacho, soy más que eso para ti y los sabes -buscó entre las ollas -¿Dónde demonios esta Nando? Necesito a ese bueno para nada, solo él y Dios saben donde esconde mis sartenes.
-¿Quieres qué lo vaya a buscar?
-No, no -negó mientras se limpiaba las manos con un trapo que llevaba en la cintura -siéntate allí -me ordenó.
-Preferiría quedarme así -dije Apoyándome contra la pared que estaba contra la puerta.
Se encogió de hombros y caminó hasta el lado opuesto de la cocina.
-¿Qué sucedió con Cristiano? -interrogó sin rodeos -Astore me contó algo pero necesito saber tu versión -dijo al mismo tiempo que revolvía una salsa.
-Padrino te quiero como a un padre, pero sabes que no puedo hablar.
-Olvídate de los malditos códigos y dime que te hizo mi hijo.
-No puedo, no deseó aumentar su odio contra mí.
-Eso ya es imposible -susurró sin apartar la vista de la salsa -lo vigiló pero siempre se las arregla callar a mis muchachos, quizás sea hora de darle una lección.
-Padrino...
-No, no trates de protegerlo -me miró seriamente -él no tiene lo que se necesita, no como tú.
No supe que decir y me quede muy quieto. Sea cual fuese el castigo Cristiano me haría el principal responsable.
-Ve a buscar al inútil de Nando -me ordenó -luego ve con los muchachos, en un minuto estaré con ustedes.
No dijo nada más y mi miedo aumentó. No solo debería lidiar con la furia de el malcriado de su hijo, sino que me vería obligado a retrasar mis planes. Me consolé pensando que todo era para cuidar el negocio.
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Pídelo y Moriré a Tu Lado.
AcciónEl... Y vivieron felices por siempre... a veces simplemente no está destinado a suceder. Helena no es la típica chica, con un pasado difícil que necesita cerrar se adentra en un mundo peligroso, oscuro y desgarrador en busca de una verdad que le a...