La mejor

710 43 1
                                    

Al acabar de acomodar mi último abrigo en el closet, me dejo caer en mi cama y observo la nada, hasta que veo mi celular sobre el peinador. No ha llamado ni enviado mensaje ni para preguntar si he llegado con bien. Supongo que se ha acabado nuestra amistad.

No sé cómo de todo llegamos a nada. Nuestra amistad había durado años, muchos momentos difíciles e inolvidables aventuras, pero por un sentimiento... Por el amor que comencé a sentir por él, se terminó. Jamás creía que esto llegase a suceder, bueno, para ser sincera jamás pensé que pasarían muchas cosas.

La primera, el enamorarme de un hombre puesto que soy lesbiana. Segunda, que ese hombre del que me enamore fuera mi mejor amigo. Tercero, que Deo háyase preferido a alguien más que a mí.

El recuerdo de él a alado de Julliet me hace enojar, ¿cómo puede ella haberle gustado? ¿Cómo pudo dejarme a mí a un lado sólo por ella?

— Clio, – volteo a ver hacía la puerta, esta está cerrada, pero puedo escuchar claramente a mi madre del otro lado de la puerta. – tu padre y yo iremos al mercado ¿se te ofrece algo?

— No, gracias.

— Sabes que nos tienes a nosotros, ¿verdad?

— Sí, lo sé. – sonrío, abrazando mi almohada. – Estaré bien, pueden ir. No se preocupen.

— De acuerdo.

La escucho alejarse, el sonido que provocan sus tacones al avanzar me lo indican, y mi sonrisa se borra. Suelto un bostezo, echándole una última mirada a mi celular antes de dormir.

El sonido constante de una sinfonía me hace fruncir el ceño, pero al notar que sigue en ascenso el ruido me doy por vencida y abro los ojos. Lo primero que noto es que mi habitación está sumida en la oscuridad, ya es de noche, y lo segundo es que ese oscuro paisaje se ve interrumpido por la luz de mi celular.

Tal vez sean mis padres, pero la sola y minúscula idea de que sea Deo me hace levantarme e ir con torpeza a cogerlo, respondiendo sin revisar el identificador de llamadas.

— ¿Bueno?

— ¿Clio, estabas dormida?

— Claro que no, mamá, yo... estaba viendo una película.

— Hmm, no te creo nada. – era obvio que no lo haría, me conoce demasiado bien. – Tu padre y yo vamos de regreso, llevamos unos amigos así que, por favor, pon a calentar agua para café.

— Sí, mamá.

— Gracias mi niña

La llamada finaliza, observo un poco más mi celular y sonrío, ¿por qué sigo haciendo esto?

Quiero decir, no debería porque seguir dolida, ni mucho menos por alguien que de seguro ahorita mismo es feliz a lado de la persona que ama. Soy joven, soy... yo y debo seguir disfrutando de mi vida con o sin Deo a mi lado. ¡Sí, claro! ¡Estoy a punto de romper en llanto de nuevo con solo recordarlo!

Cuando la pena pasa y el vaso lleno con chocolate caliente se termina, la puerta del frente se abre y mi madre entra apresurada. Instando a los invitados a pasar.

Y mi respiración se corta.

Deo tomado de la mano de Julliet entran, él me sonríe apenado y ella... ella parece estar a punto de llorar con solo verme. Suelta la mano de Deo y se lanza contra mí, abrazándome con fuerza.

— ¡No vuelvas a irte así! – se endereza, separándose de mi lo suficiente para que pueda verla a los ojos. – Estaba aterrada, Deo también aunque no lo quiera admitir el muy maldito, pero ¿por qué te fuiste? La mamá de Deo se puso como loca.

— Más cuando le dije que eras lesbiana. – agrega Deo, tomando asiento a mi otro lado.

— ¿Le dijiste qué? – le veo. – ¡¿Estás demente?!

— Clio, mi familia te acepto porque pensó algo de ti que no era, yo... estaba enfadado conmigo mismo por ello. ¿Por qué tenía que esconder a mi mejor amiga de esa forma? Por eso al pasar de los días me puse algo...

— Insoportable. – agrega Julliet, volteo a verla y ella me acomoda un mechón de cabello. – La mamá de Deo definitivamente es pura cara bonita y perfección, no te tomes tan enserio su opinión.

— ¿Sabes que me enamore de Deo, verdad?

— Sí y puedo entender por qué, pero ¿crees que si lo amaras de verdad le hubieras dicho todo aquello? Claro que no, estabas celosa de que yo te lo quitara. Cosa muy estúpida.

— ¿Cómo puedes estar tan segura de lo que dices? – pregunto con la voz acongojada.

— Porque si en verdad lo amaras, me hubieras propinado un golpe al escucharme decidir tu amor hacía él.

Me quedo callada, mi rostro se torna rojo y escucho la risa de mi mamá a lo lejos.

Eres la mejor, mamá.

Esta princesa No busca príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora