Ellos no me rechazaran

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Mi cabeza se mantiene baja mientras espero a mis padres, quienes he llamado hace quine minutos para decirles que ya estoy en el aeropuerto y que pasaran por mí, necesito mi cama, un abrazo y un chocolate caliente, todo con una película de Disney. He dejado mi amistad con Deo, el chico que supo quién era en realidad y me acepto, el mejor idiota que me hacía reír con cualquier idiotez... Deje atrás el chico de quien me enamore.

¿Cómo pude enamorarme de él? Bueno, sí sé cómo lo logro; el muy cabrón.

Escucho un claxon sonando justo enfrente de mí, alzo la mirada y veo a mi padre sobre su tierno carro en forma de zapatito, mi mamá esta de copiloto y yo tomo mis maletas, dirigiéndome a ellos. Me subo en la parte trasera, dejando mi maleta a un lado y me abrocho el cinturón de seguridad, en ningún momento veo a mis padres a los ojos. Estoy segura que sabrán lo mal que estoy sólo viéndome a los ojos.

Mi padre pone en marcha el carro, agradezco que el camino sea en silencio y más porque si llegó a escuchar su nombre de nuevo yo...

— Pensé que te devolverías junto con Deo, ¿qué paso? – Gracias mamá.

Y comienzo a llorar, en verdad llorar, estoy gritando y trato de ahogarlos presionando mis manos contra mi boca, pero de nada sirve. Mis padres no dicen nada, o tal vez lo hacen, pero soy incapaz de escucharlos.

Al llegar a casa nos quedamos un poco más arriba del carro, intento calmarme, pero me es imposible y es tan vergonzoso, estoy segura que no lloraba así desde que Steve se murió (mi pez dorado de cuando tenía cinco años). Escucho una puerta abrirse y luego cerrarse, alzo la mirada un poco y es mi madre quien se ha bajado, pero al poco rato vuelve con una manta rosa y una taza de chocolate caliente, ambas cosas me las entrega y no hago más que murmurar un "gracias".

Es a la mitad del delicioso chocolate caliente que decido hablar, bueno, al menos espero que me entiendan algo con todo el llanto que estoy hecha.

— Me enamore de Deo. – oh, diablos, es horrible decirlo en voz alta.

— ¿En verdad? – papá parece en verdad sorprendido, puedo decir lo mismo de mamá. – No se supone que eres lesbiana.

— Pues sí, pero. – abro los ojos, ahora la sorprendida soy yo, y boqueo como un pez (como Steve haría si siguiera vivo). – Tú lo... - mi papá asiente, volver a ver a mi mamá y ella sonríe.

— A tu papá no le gustan las rubias, Clio. – mis mejillas arden de vergüenza.

— Tampoco soy tan tonto para guardar mi material bajo el tapete del baño o en el cajón de mi ropa interior.

— Pero...

— Esperaba que este viaje te hiciera aceptarte Clio, porque una vez lo hicieras verías las cosas diferentes y ya no te ocultarías, pero creo que fracaso el plan. – mi madre suspira. – Deo fue muy amable en hablar con tu padre y conmigo, le confesamos saber de tu homosexualidad y él no negó el saberlo, así que estar una semana con tu mejor amigo que sabía que eras lesbiana pues no iba a estar mal, veo que me equivoque.

— Es que me enamore. – sollozo, envolviéndome en la manta rosa. – Fue tan extraño, tal vez soy bisexual y...

— Eso no. – volteo a ver a mi padre, quien niega con la cabeza y suspira. – Eres una chica homosexual pues mantienes relaciones sexuales con las de tu mismo sexo, pero te enamoraste de un hombre, nada más. No hay confusión, no mezcles algo sexual con algo que nadie de un modo tierno y emocional, ¿de acuerdo?

— Sí. – mi labio inferior tiembla, mis ojos se llenan de lágrimas una vez más y lo digo, debo decirlo. – Los amo.

Y sé que ellos no me van a rechazar, al menos ahora lo sé.

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Esta princesa No busca príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora