Juntos o ninguno

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Aun envueltos en sabanas te miro fijamente y pienso en voz alta:

-Si envejecemos juntos, preferiría ser la primera en morir, no sé si podría sobrevivir unos años más si ya no te sintiera conmigo.

Pienso en lo que digo y te observo, sueño como seria vivir tu pérdida, la idea me estremece y me sacude. Me encantaría decir que seria lo de siempre, pero no es así, mis ataques de ansiedad se volverían frecuentes al caer en la realidad, despertar y darme cuenta de que ya no estás me asustaría y los dos sabemos que viene después de eso, presión en el pecho seguido de bocanadas profundas de aire que parecen no llegar a destino, la sensación de ahogo, las ganas de querer abrirme el pecho con las uñas y el pánico que me invade despertando lo primitivo de mi ser, la supervivencia.
Te miro y recuerdo que desperdicié tanto tiempo negándome a mi misma el volcán en erupción de emociones exuberantes que me hacen temblar las rodillas cada vez que te veo.
No puedo evitar recordar las cartas que te mandé casi telepáticamente todas las noches después de verte, en las que obligaba a la almohada a ser mi compañera de miedos y pesadillas, respiro profundo y traigo hasta a mi las líneas que grabé en mi pared:

"Hay noches en las que, por alguna extraña razón, ninguno de los dos puede conciliar el sueño.
Poco me interesan las siguientes alternativas a considerar: insomnio, preocupación, deudas, etc. Porque sé y puedo asegurar que tu alma despierta a mitad de la noche pensando en cuánto tiempo estuvo inconsciente extrañando las caricias de la mía.
Nos hemos inventado un nuevo código de comunicación, podemos contar mil historias y sugerir tantas otras con solo rozar los dedos por la mejilla del otro.
Pero todo esto es consecuencia del encierro, nos han aprisionado en esta forma humana y mortal, tan cruel y efímera; aún no puedo entender si es por castigo o simple diversión, de igual manera el fin es perverso ¿Quién encerraría un fragmento de tornado y luz solar en un envase con fecha de vencimiento?"

Vuelvo en mí y no puedo contener la horda de imágenes que me incendian la cabeza, imaginarte lejos me provoca nauseas mentales, un día sin vos es un día perdido, mi amor. ¿Y si me enterase por otro? ¿Y si fuera en mis brazos? No se puede elegir, jamás podría.
Entonces recuerdo cuánto te amo y decís amarme, cuánto cliché de novela nos sobra ¿Cómo sería yo capaz de someterte a semejante dolor? Porque todo este basural de suplicios que me asustan te dispararían a vos también, que por supuesto no lo elijo pero el miedo a ser yo la que te pierda me atemoriza mas, confundida en mi nube que es nuestra cama te veo a los ojos confundidos y me cuestiono si por primera vez, desde que nos conocemos como Romeo y Julieta, no estaré siendo egoísta, pero en situaciones de desesperanza el alma y el corazón no reconocen educación alguna; recuesto mi barbilla en tu pecho mientras cruzo el brazo derecho como abrazando tu costilla izquierda y me retracto:

-Si envejecemos juntos y te pierdo, preferiría acompañarte, aunque ya no pueda disfrutar los placeres terrenales del presente y la luz al final del túnel, fuera la nada misma.

Anagrama de estrías Donde viven las historias. Descúbrelo ahora