~VI~

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Capítulo VI

Día 158

Después de haber probado las golosinas que me dio Neon, y haber arrasado con ellas en menos de veinticuatro horas pese a que debería haberme durado toda una semana, la comida de la cafetería sabe peor que nunca, motivo por el que no se me puede culpar por habérmelos comido tan rápido cuando es lo mejor que he tenido en casi medio año.

— ¿Qué pasa pequeña astronauta? — saluda Neon dejando caer su bandeja frente a mí, es la primera vez que aparece por aquí desde el día que hicimos el trato así que es toda una sorpresa verlo.

— Nada nuevo — respondo removiendo el puré de un naranja demasiado brillante para ser apetecible o parecer algo remotamente natural, al menos en el planeta del que vengo, se ve y también se siente corrosivo — tengo una pregunta, nada personal.

— Está bien — concede sacudiendo su cuchara, animándome a proceder con su gesto.

— ¿Cuánto se tardaría en llegar de aquí a la Tierra? No tengo recuerdos entre asfixiarme y ¿desmayarme? ¿morir antes de que me reanimaran? No estoy segura de que pasó exactamente, el caso es que no hay nada entre eso y despertarme en mi celda, y no soy tan ingenua como para creer que fue cuestión de horas o así.

— Pues dependiendo de la nave, en tu caso supongo que fue cosa de un mes, lo más seguro es que te mantuviera durante ese tiempo, digamos que sedada, así que por eso no hay nada que recordar.

— Espera, espera ¿estás diciendo que me he perdido un mes de mi vida? — exclamo con voz ahogada, un mes, un maldito mes en el que estuve inconsciente y en el que no tengo ni idea de lo que pudieron hacerme, ni siquiera tengo ya mi periodo, he tratado de no paniquear demasiado al respecto, consolándome con la idea de que es de gran ayuda en este lugar y no hay nada que pueda hacer al respecto, y como no me siento enferma, al menos físicamente, siempre que no esté relacionado con el miedo o la ansiedad, debo de estar bien.

— ¿Importa? Un mes menos de cautiverio que recuerdas — responde encogiéndose de hombros, revisando su comida.

— Supongo que en realidad no, solo es... chocante — murmuro mareando más mi puré naranja radioactivo — llevo la cuenta del tiempo que ha pasado, especialmente para saber que día es en la Tierra, claro, sabía que había un margen de error, solo que no imaginaba que fuera tan grande, aunque es lo que tiene más sentido.

— No sé si en un sitio donde solo se aplica la cadena perpetua sea recomendable contar los días... — es mi turno de encogerme de hombros — Así que, por curiosidad ¿en qué fecha terrestre estamos?

— Diría que sobre el ocho de diciembre — respondo reajustando mis cálculos de forma mental y dándome cuenta de una cosa que me deja congelada en mi lugar —cumplí veintidós años hace unos días — murmuro sin poder tragarme el conocimiento, he cumplido años en prisión sin darme cuenta si quiera, y lo peor es que todos creen que eso no sería posible porque piensan que morí en aquella nave.

— Puedo cantarte si...

— Discúlpame, se me ha quitado el hambre — me levanto interrumpiéndole.

Tras tanto tiempo aislada, nunca pensé que me alejaría voluntariamente de alguien que está dispuesto a hablar conmigo de forma amigable, pero aquí estoy, huyendo de Neon, casi corriendo por los pasillos de una prisión alienígena, donde yo soy una de ellas, para llegar hasta mi celda antes de que alguien pueda verme llorar.

¿En qué se ha convertido mi vida?

Si es que a esto se le puede llamar vida.

Y la peor parte es que no puedo parar de pensar en mis padres y en mi hermana mayor, en lo destrozados que estarán, quizás tanto como yo lo estoy en este momento, creerán que estoy muerta, que mi cadáver está abandonado en una nave en el espacio, quizás fueron a visitar mi tumba vacía el día de mi cumpleaños y dejaron flores, solo como consuelo, puede que de vez en cuando miren al cielo pensado que estoy allí, entre todas esas estrellas, tal y como les dije que estaría.

AyrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora