Miradas en los corredores.

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Saber a ciencia cierta cuándo Serena se iría caminando con Satoshi, cuándo lo haría en el coche de la familia de Lillie o cuándo simplemente se iría junto a su madre (montando un enorme rhyhorn) era algo imposible

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Saber a ciencia cierta cuándo Serena se iría caminando con Satoshi, cuándo lo haría en el coche de la familia de Lillie o cuándo simplemente se iría junto a su madre (montando un enorme rhyhorn) era algo imposible. La muchacha gozaba de inmunidad frente a Trip por lo cual Grace le había perdido el gusto a aparecerse a la salida del colegio, mas eso no quitaba que ocasionalmente fueran juntas, al concluir las clases, de paseo a algún lugar más por ocio que por necesidad ya que El cenizo, tras haber sido derrotado por Lillie, cumplió fielmente a sus promesas de dejar en paz a la pelimiel.

Por lo pronto, si bien El azabache no se había alejado ni un milímetro de su nueva amiga, lillie estaba más tranquila ya que nuevas personas se habían sumado al grupo y ya no era tan frecuente que se los encontrara a los dos solos cuchicheando por los pasillo. Fue así que una tarde, antes de cumplirse el primer mes desde el inicio de la escuela, Satoshi llegó ante el dúo de entrenadoras queriendo presentarles a un amigo más.

—No sé si ya lo habían visto antes, seguramente sí porque él es alguien muy particular, pero de todos modos quiero presentarles a un viejo miembro del club de las batallas pokémon: su nombre es Guille.

—¡Un placer! —dijo el moreno saludando desde lejos.

Las chicas no se sintieron a gusto con esta nueva adición al grupo debido a los fuertes rumores que corrían en torno a aquel muchacho y a su afán por espiar desde las sombras, pero Satoshi parecía muy feliz de ponérselos en frente; algo bueno debía tener. Si bien el chico nuevo no les generaba empatía, ambas confiaban casi ciegamente en El azabache.

—Así que formabas parte del club de batallas —observó Lillie.

—Así es, aunque decidí salirme por motivos personales.

—¿Se te complicó? Qué pena, los chicos suelen mejorar mucho en ese club.

—¡Nada de eso! —Se adelantó a decir el entrenador de cabello alborotado impidiendo que La rubia continuara—, Guille dejó las batallas pokémon para dedicarse de llano a la fotografía.

—¡En serio? —preguntaron a dúo las chicas del grupo.

—¡Sí! Es muy tímido, así que no se los va a decir, pero él es muy bueno en lo que hace.

—No le crean, no es la gran cosa...

—¡Muéstrame! Quiero ver —suplicó Serena. El chico buscó su celular y en él pasó rápidamente una serie de imágenes de una calidad bastante aceptable donde retrataba rostros de pokémon y de personas. Las muchachas quedaron asombradas.

—¡Ya entiendo! —exclamó Lillie y luego se tapó la boca.

—¿Qué entiendes? —La curiosidad en sus compañeros no se hizo esperar.

—¡No, nada!... Cosa de chicas. —Su mentira le valió un par de caras feas, pero ella tenía bien en claro que es mejor no hablar de ciertas cosas con el público equivocado.

Enamorada de su profesor (SatoSere)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora