Una sensación familiar: Navidad.

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「Segunda parte 」

La abuela nos había dado a cada quien actividades para hacer, a mi y a Lío nos había puesto a limpiar las escaleras, Lío me comentaba que la abuela detestaba tener personal, Aurora era la excepción ya que ella era más una amiga, bueno que después de todo el tiempo que llevaba aquí se había convertido en parte de la familia.

También mencionó que el único personal que tenía en la casa eran las enfermeras para el abuelo.

Eso me hizo pensar que desde que llegue aquí no había visto a ningún enfermera.

— ¿Donde están las enfermeras?

— El abuelo esta en el tercer piso, así que tienen una habitación ahí.

— ¿Porque tan alejado de todos?

— El lo pidió. — contesto.

— Como...¿Como es el?  — le pregunté.

Lío estaba limpiando la baranda de la escalera, pero se detuvo para mirarme.

— Bueno, a mi siempre me ha parecido un hombre frío, triste, siempre que lo miro me corre un cosquilleo en la nuca ¿Sabes? Es como si le faltará algo.

— ¿Desde que tienes memoria ha sido así?

— Si, no recuerdo verlo visto reír.

— Vaya...— dije mientras pasaba el trapo sobre las tablas del posa manos.

— Me alegra tener compañía este año para limpiar las escaleras. — Dijo sonriéndome.

— Me alegra estar aquí para hacerlo. — Le sonreí de igual manera.

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Nos encontrábamos tirados en el pasillo de nuestras habitaciones, habíamos estado limpiando cada rincón del segundo piso, salvo las habitaciones de cada quien.

— ¿Tienes hambre? — Pregunto.

— Si, mucha. — sobe mi estómago.

— Iré por algo de comer, tu podrías ir guardando las cosas de limpieza, al final del pasillo cerca de las escaleras del tercer piso hay un armario. Puedes guardarlas ahí. — Me decía mientras se levantaba — Ya regreso.

Se alejo, me levante y tome las cosas de limpieza,  me dirigí hacia dicho armario y guarde con cuidado las cosas. Al cerrar la puerta oí el eco que producía, viajaba hacia las escaleras del tercer piso.

El abuelo esta en el tercer piso.

Las palabras de Lío resonaban en mi mente, el abuelo, el apreciado padre de mi madre esta allí.

Sentí una inmensa curiosidad de subir, mis manos estaban inquietas, mire hacia la dirección donde Lío había partido. No había señales de el, subí el primer escalón, la alfombra de las escaleras amortiguaban el sonido de  mis pasos.

Subí al siguiente escalón, y para entonces ya me encontraba en el último, el pasillo era un poco más grande, desde las ventanas veía los cerros de esta mañana.

No había nadie en el pasillo, ni siquiera una enfermera.

Solo se oía el ruido de un reloj que se encontraba al final del pasillo.

Cuando la nieve deja de caer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora