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Park Ji Min estaba frente a mi, un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Sus ojos se clavaban en mí, la intimidación que llegaba a causarme era simplemente espeluznante.

¿Ahora me crees?—dijo él apoyando ambas manos el el marco de la puerta y encorvando su espalda, logrando así que su rostro estuviera a pocos centímetros del mío.

Yo...—las palabras no salían, estaba sumergida por completo en sus ojos, esos que tanto miedo dan, esos que no poseen brillo alguno. Bajé la mirada a sus labios en un acto-reflejo y joder, los estaba mordiendo. Noté como el pulso se aceleraba, ahora aún más causando mi inestabilidad y más tarde caer hacia adelante, él logró sostenerme a tiempo nuevamente por la cintura... como la última vez, y maldecí aquello. Creo que podía notar su respiración, y mis manos descansaban en su marcado abdomen. Me pregunto cuanto tiempo pasa en el gimnasio. Nos mirábamos fijamente, como si de una guerra de miradas se tratara, y perdí, totalmente ruborizada.

Parece que le gusta caer en mis brazos, Haneul—me llamaba ahora por mi nombre. ¿Cuándo comenzamos a ser tan cercanos?

¿Porqué has venido?—me zafé de su agarre, tratando de ocultar mi rostro

Bueno... no me creía, yo me aburría de ensayar y quería volver a verla—¿volver a verme? Pensé.

—¿Ensayas hasta muy tarde?—evadí lo evidente

Mmm... no mucho, solo hasta que no puedo más—sonrió de lado rascándose la nuca y apoyando ahora también su cabeza en el marco de la puerta.

¡Haneul, no se qué demonios estarás haciendo ni con quién estés. Como no te calles iré yo misma a encargarme de patearte el trasero!—mis ojos se abrieron como platos, Kyung Mi estaba despierta y lo más importante, nos había escuchado. No lo pensé dos veces y tomé a Park por el cuello de la camisa, arrastrándolo hasta mi habitación y más tarde cerrando la puerta.

Vaya, que rápido me invitó a su habitación... no sé, al menos podría haberme invitado a tomar un café—puso ambas manos a los lados de mi cintura, yo solo me quedé quieta, sin saber como responder a aquello. Pasaba ahora su dedo pulgar por mi labio inferior y me miraba a los ojos. Se acercó más a mi, a escasos centímetros. Oh dios, ¿va a besarme? pensé cerrando los ojos con fuerza. Justo antes de hacer lo que yo creí que haría golpea suavemente mi frente.
Lo siento Haneul, soy un hombre casado... con su trabajo. No puedo satisfacer sus deseos—Oh por dios, creo que moriría allí mismo.
Pero qué demonios... es usted un pervertido, Park Ji Min—obviamente no era eso lo que pensaba, solo lo dije sin más.
Si eso es lo que crees...—se alejó de mi, apoyándose en la pared.
Quédate a dormir, ya es tarde. Lo harás en la habitación de invitados, ¿Sí?—¡¿Qué demonios acabo de decir?!
El hinchó sus mofletes y miró hacia el techo, pude verlo gracias a la luz de la luna.
Está bien—elevó sus hombros en un ''no es la gran cosa''.

(...)

Park Ji min despierta debido a un ruido proveniente de otra habitación. Se levanta cauteloso mirando la hora en su reloj, las 7.50 A.M. abre la puerta y se dirige a lo que ahora no era ruido, si no música, el baño.
Haneul tenía la puerta abierta y estaba bailando en ropa interior, ¿Porqué? No tengo idea. Bailaba al ritmo de Lie, del que se encontraba ahora mismo plantado frente a la puerta planteándose su existencia, y el si debería huír de esa casa por que el baile parecía un rito satánico o morirse de la vergüenza por ver a Haneul en ropa interior.
—¿Quieres unas clases de danza?, te vendrían bien— Y se fue corriendo de nuevo hacia la habitación lo antes posible para evitar cualquier posible golpe que pudiese recibir por parte de aquella chica.

50 SHADES OF PARK JIMIN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora