Epilogo

360 13 1
                                    

Ahora sí que, excepto mi amistad estropeada con Flanagan, el resto iba por buen camino. Había pasado los trimestrales con buenos resultados. Con mamá y Toni íbamos preparando el viaje a Ámsterdam. Y Marcos estaba más que bien predispuesto hacia mí, porque ya había empezado a leer mi diario sobre la sexualidad e, incluso, ya se había atrevido a hacerme una observación.

—Es interesante —me dijo—, lástima...

Hizo una pausa para picarme la curiosidad. Y piqué.

—Lástima, ¿qué?

—Lástima que sólo sea un diario de sexo sobre las cuestiones que afectan a las chicas.

—Te interesan, ¿eh? —le hice notar—. Te interesan para saber qué mecanismos tenemos las chicas, cómo funcionamos... Seguro que te ayuda en tus relaciones en el futuro.

—Que sí, que ya sé a qué te refieres, pero ¿y yo qué?

No contesté nada.

—O sea, ¿cómo sabemos los chicos las cuestiones que se refieren a nuestra sexualidad?

Tenía razón. Habría podido decirle que para resolver aquel aspecto debía leerse El diario rojo de Flanagan. Pero no podía decírselo porque no sabía si Flanagan había seguido o lo había mandado a la porra, junto con nuestra amistad. Además, tampoco sabía si habría estado dispuesto a dejárselo leer a alguien.

Y, de repente, el cielo se abrió encima de mi cabeza, y lo vi clarísimo. Llamaría a Flanagan con la excusa del diario e intentaría restablecer la amistad.

— ¿Flanagan?

Hubo una pequeña pausa que me puso nerviosa. ¿Me mandaría a hacer gárgaras?

—No diga nada, ya sé de qué se trata —dijo Flanagan con voz muy seria.

La mano que sostenía el teléfono se me aflojó. Me apetecía colgar, pero no lo hice.

—Tiene un loro malhablado y quiere que averigüe quién es el sinvergüenza que le ha enseñado a decir tacos.

Me partí de risa.

No había que preguntárselo, me parecía, pero lo hice:

—Flanagan, ¿amigos?

—Amigos, por supuesto.

Y me prometió pasarme el diario rojo para que Marcospudiese leerlo.    

El diario rojo de Carlota - Gemma LienasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora