✧ Capítulo : [5]

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No creí encontrármela justo en este sitio, menos que ahora estuviera mirándome tan pacífica de lejos

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No creí encontrármela justo en este sitio, menos que ahora estuviera mirándome tan pacífica de lejos.

Su silencio, brinda cierta tranquilidad mental que no pude conciliar en todo el día, u hallado desde que me presto el paraguas, y aquellos versos salieron disparados tan inconscientemente.

Quiere confundirme, lo dice con la mirada, esa que logra hipnotizarme. Sabiendo el efecto que provoca, no dejó de admirarla, sonreír como una completa enamoradiza.

No lo nota, pero de verdad quiero huir, me siento incómoda, confundida y algo asustada.

¿Cómo es que su comportamiento, puede cambiar tan constantemente?

No puedo quejarme, en eso se parece mucho a esta tonta de aquí, por no musitar un amigable saludo.

Antes que actúe por su cuenta, decido hacerlo yo misma.

Avanzo rápidamente hacia donde esta, sintiendo los pasos inseguros. Haciéndose notable mi pecho al retumbar con fuerza, quiero disculparme lo exijo a gritos, el resto de las mil entrañas obedecen plácidamente.

Hazlo, acércate, tu puedes. 

Susurro avergonzada intentando animarme.

Percibe cierta presencia ajena, sabiendo de quien se trata actúa fingiendo suma concentración sobre el teléfono celular, dándose totalmente por distraída.

Esa ignorancia duele.

Después de mirarme tan fijo, actúa tan extraño a los segundos.

Sorprendida sigo avanzando, ya que de todos modos, pienso dirigirle la palabra.

—Profesora Lorenz. —Exclamo brindándole un saludo de mano insegura de si estoy haciendo lo correcto.

—Cantero. —Su voz suena muy dulce. —¿Que haces por aquí?

—Una amiga me invitó a pasar la tarde... —Comentó sabiendo lo aburrido que fue. —¿Y usted?

—Visitó este sitio a diario. —Observa atenta como juego con las puntas del cuero cabelludo.

Al parecer se dio cuenta, del estado de nervios que sostengo. Es inevitable, al saber de su presencia no puedo disimular nada bien, no si esta observándome tan expectante. Quedo sin habla, atrapada, parece ser la única que no se considera una carcelera, la que si puede reaccionar.

—¿Entrara ahora? —Menciona continuando con la plática.

—Si así es. —Hablo mientras observo como le pone seguro a la puerta del auto.

—Entonces entremos juntas.

La invitación termina tomándome por sorpresa. Esa actitud consigue dejarme anonadada, pensé que luego de aquella charla en la mañana no hablaría, mucho menos se comportaría tan paciente, debo preocuparme menos, ya que al parecer no le incomodaron esas sinceras palabras que dispare sin ningún tipo de arrepentimiento, trae en mi un gran alivio acompañado de un resoplo, a toda costa sigo inconforme no descarto la idea de disculparme.

Mi Bella Imposible (EN ARREGLOS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora