A quien pertenece [MikoSaru, al aire libre]

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Reisi miró su PDA curioso, tenía una llamada entrante de un número que identificó como el de Izumo Kusanagi, mano derecha del Rey Rojo. ¿Le habrían comunicado ya sobre su llamado de hace unas horas? En realidad eso le tenía sin cuidado, hablar con el chico que captó su interés fue mucho mejor y tenía otras formas de llegar al barman.

Pero bueno, al parecer no necesitaría ponerse en contacto él mismo. 

"Izumo Kusanagi" Dijo luego de aceptar la llamada, no hubo respuesta inmediata pero si sonidos. Peculiares sonidos.

Oh, podía asegurar que eran jadeos.

"Yo, Munakata" Fue el perezoso saludo que recibió y no hacia falta escucharlo una vez más para saber que no se trataba del propietario del bar sino del mismo Mikoto, cuya voz pese a ser lenta como siempre tenía un tono mucho más ronco y profundo de lo habitual. 

Interesante.

"Es una sorpresa que llames, Suoh Mikoto. -Contestó observando la imagen que comenzaba a formarse en su puzzle: tres calas altas y majestuosas naciendo de un nítido estanque. -¿Qué ocurre?"  

"Simplemente quería dejarte algo claro"

"¡Ugh, ah, Mikoto-san!" Esa voz...

¿El usuario de armas ocultas?

***

Tatara e Izumo debieron notarlo en poco tiempo a juzgar por las miradas que le daban, pero Mikoto ignoró esto y continuó al pendiente de ese chico.

Se preguntó brevemente si ese par era muy listo o el resto de sus clansman eran despistados, ya que su constante escrutinio parecía pasar desapercibido para ellos e incluso para él. ¿No se habría dado cuenta, o decidió pasarlo por alto como si no importara? La sola idea lograba cabrearle un poco, era obvio que estaba ignorándole. 

Podía sentir sus llamas corriendo dentro de esa figura delgada, su marca en la clavícula era la prueba irrefutable de que formaba parte de su clan y aun así era distinto a ellos; siempre alejado de los demás, sin hablar más de lo necesario y manteniendo especial distancia con Mikoto.

Las pocas veces que habían estado a solas notó que incluso le tenía miedo.

Luego estaba ese peculiar aire frío siempre presente en él, que era lo que más le molestaba por recordarle vagamente al rey azul, pero al mismo tiempo era su mayor punto de interés, porque al final lo distinguía como una persona única en la multitud que era Homra.

Cuando Izumo le comentó el aparente gusto de Munakata por el chico solo alzó una ceja, sin mostrar por completo la sorpresa que le provocó ello. De todas formas, había pensado, no es como si Fushimi fuera irse de Homra, pues ahí tenía la única persona que parecía emocionarle y hacerle sentir bien pese a toda su fachada borde: Misaki Yata, único amigo cercano y compañero de peleas.

Dicho pensamiento menguó hace unas horas, cuando yendo contra su orden Fushimi no solo contesto el teléfono, sino que intercambió un par de palabras con el insufrible azul. En ese momento no pudo evitar levantarse molesto y colgar la llamada, e iba a advertirle a Fushimi sobre Munakata pero la llegada de los demás miembros de su clan le hizo cambiar de opinión y quedarse callado.

Pasaron horas desde eso, siendo ya de noche, y la sensación de incomodidad no desaparecía en su estómago, pero entre más le observaba algo nuevo comenzaba a formarse ahí con cada detalle que captaba.

La forma en que se movía su garganta mientras bebía agua, las tan sutiles sonrisas que aparecían cuando Yata le hablaba de alguna tontería contrastando al ceño fruncido que aparecía minutos después cuando el chico se iba con el resto. Sus puños apretados, los nudillos todavía más blancos y el dolor oculto en sus ojos tras esas gafas de montura gruesa.

Just you, Saruhiko.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora