Once Dudas Para Eleven

El Martirio De Mike

El se había propuesto no usar sus habilidades a menos que fueran situaciónes extremas, a menos que alguien estuviera en peligro y no tuviera otra opción. Quería ser lo más normal posible y encajar.

Mike. A él no le importaba que su pequeña novia fuera rara, le parecía genial que eleven no fuera para nada como las demás chicas de su escuela. El era inocente y despreocupada, no prestaba mucha atención a lo que usaba lo cual era perfecto (en un sentido que ni siquiera él mismo podía comprender), no importaba lo que ella usará siempre lucia hermosa ante sus ojos.

Ese día El había amanecido de buenas, tenia bastante energía y quería comer unos ricos eggos. Le encantaba dormir en casa de mike porque siempre se preocupaba de tener eggos de sobra por si ella quería en algún momento. En casa la mayoría del tiempo se acababan temprano por la mañana, cuando todos se levantaban. Jim, su padre, siempre procuraba guardarle uno pero a veces era imposible luchar contra el hambre que joyce y el pequeño bebé exigían, siempre se hacía una nota mental, en ocaciones la escribía en su palma para no olvidar "comprar más waffles de regreso a casa" cuando regresara del trabajo pero parecía nunca recordarlo hasta pisar la puerta de entrada o durante el día la nota escrita con bolígrafo se borraba.

Este día mike, especialmente, habían colocado los eggos en la parte más alta de la cocina. Estaba conciente que eleven no quería usar sus poderes a menos que se requiriera y en muchas ocaciones ella se lo había contado tal como si fuera un pequeño secreto que no podía contar a nadie más que a él. Lo hizo con una intención que para su propio gusto era sucia, muy sucia. Y no se refería a sucia con una jugada de mala gana; aunque también podía considerarse perfectamente de esa manera. Lo hizo por admirar como El se estiraba hacia su postre favorito, como movía sus piernas de un lado a otro, como la falda de su vestido nuevo se subía un poco. Se sentía sucio al hacerlo, pero no encontrava otra manera de no corromper a su linda novia, le encantaba su inocencia y sabía que ella se estaba desarrollando, lo notaba.

¡Demonios, vaya que lo notaba!

Tan sólo en un año había cambiando tanto, fisico y mental. Había crecido unos centímetro más, su cintura se había vuelto más estrecha y su cadera ensanchado dándole un porte delicioso al usar vestidos con vuelos rectos en la falda. Mike se enloquecía cada vez que la miraba, las hormonas lo volvían loco; sus manos suplicaban a gritos: "TOCALA"; sus ojos, recorrer cada una de las sutiles curvas de su linda figura. Se sentía todo un pervertido al hacerlo. Prefería mantener la inocencia de El tan intacta como pudiera, se sentirá una basura total si la corrompia así que prefería admirarla desde el silencio, sin hacerla sentir incómoda o insegura ó quien sabe, hasta mantenerla libre de poder odiarlo a él por eso.

Con su acostumbrada postura recarga sobre la barra de la cocina la miraba con calma, en algún momento se sentiría mal de hacerla sufrir por dejar los eggos tan fuera de su alcance tambien.

Mike también había cambiado, era el más alto de grupo con tan solo 15 años ya media 1,75 y había dejado por debajo a lucas, dustin y will, quien apenas era 7 centímetro más alto que eleven. De alguna manera aveces le molestaba medir tanto, El media 1. 57 y le era difícil mirarla a los ojos. En ocaciones terminaba con un dolor de cuello leve, pero no le importaba.

- ¡Los tengo! - exclamó Jane sacándolo de su trance visual. Ahora todo lo que captaba su atención era su tierna sonrisa.

- Genial, mama vendrá enseguida para prepararlos - Le aclaró calmadamente delineando cada perfecta curva de su sonrisa aperlada.

Sí, mike podía ser traicionado por sus hormonas seguidamente... muy seguidamente, pero no importaba, jamás le faltaría el respeto a la pequeña eleven.