CAPITULO 10

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Cap. 10

Al anochecer Celine llegó y llevaba comida mexicana que los 3 comieron en la barra de la cocina y una vez más, Spencer y Madison se encerraron en el cuarto; los dos presintiendo la inminente separación; la joven empezó a encerrarse en su coraza y él se sintió desfallecer

- nena, no hagas eso – le rogó, ella intentó sonreír para mejorar el ambiente, no deseaba que él se fuera, pero era inevitable

- está bien, tienes razón – se recostó contra él y le abrazó la cintura; entonces Spencer decidió que debía hacerla suya una vez más pero esforzándose de verdad por hacerla sentir la mujer más especial sobre la tierra; aunque más que entrar en su cuerpo, deseaba entrar a su corazón.

- ven, tomaremos una ducha juntos; dormirás mucho mejor y yo me iré después cuando ya estés dormida.

Fueron a la ducha y Spencer empezó desde allí con lo que se había propuesto; le pasó la esponja enjabonada con mucha suavidad por todo el cuerpo, prestando especial atención a algunos lugares, , ella simplemente sentía que se derretía; él la besaba cada que era necesario y al final cuando ya se habían sacado el jabón, la llevó en brazos hasta la cama donde la depositó con cuidado sin dejar de besarla; continuó con su labor acariciando cada parte del cuerpo femenino con devoción, despertando con cadenciosa precisión cada fibra en ella; sus manos describían un camino, que luego su boca seguía sin darle tregua a la joven, haciéndole emitir gemidos ahogados y quedas suplicas que en lugar de apresurarlo, lo convencían más de continuar con calma lo que hacía; se había propuesto no solo entrar en su cuerpo, sino también en su alma y si era posible, en su corazón. Por eso en esa ocasión se esforzó en adorarla, con sus manos y con su boca, brindándole más placer que el que alguna vez ella hubiera imaginado recibir; cuando al fin se introdujo en su cuerpo, los ojos de Madison estaban llenos de lágrimas, él se los besó, mientras se movía con lentitud haciendo que ella lo siguiera; pero cuando la veía cerca del final, salía de ella y seguía acariciando y besando sin reservas, enloqueciéndola y llevándola a tal estado de pasión que la joven se sentía morir; finalmente tuvo compasión de ella, los hizo dar vuelta en la cama y la puso a horcajadas sobre él; la guio hasta que quedó totalmente llena con su miembro y le mostró como se moviera para que sintiera mayor placer; Madison se sentía literalmente volando, un profundo desespero la invadió, haciéndola desear saltar de un precipicio imaginario; entonces Spencer se sentó sosteniéndola a ella totalmente contra su cuerpo, y así, más unidos que nunca, llegaron los dos al deseado final, sellando su pasión con el beso más profundo que se habían dado hasta ese día. Spencer se volvió un poco y se recostó con ella aun unida a él, Madison mantenía los ojos cerrados, se sentía aletargada, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo y apenas estuviera dando asomos de regresar.

Minutos más tarde, ella abrió los ojos y lo descubrió observándola; intentó sonreír pero no podía; los dos se encontraban presos de lo que sentían, ninguno dijo finalmente nada; lo que habían vivido había sido demasiado hermoso para decir algo que tal vez pudiera estropearlo.

Spencer se levantó de la cama con cuidado, luego de que ella le diera la espalda; fue al cuarto de baño, se aseó y se vistió; después salió del cuarto sin decir nada; sabía que se arriesgaba al no usar preservativo, pero en su mente eso ya estaba resuelto, había deseado sentirla por completo y era lo que había hecho. Abandonó la casa en silencio y partió en su Bentley, rogando porque todo cambiara entre ellos.

Madison permaneció en la cama en silencio, sabía que él se había marchado y ella lo había permitido; no lo volvería a ver y esta vez era cierto, se lo había estado repitiendo dentro de su cabeza durante esos dos maravillosos días; tenía que volver a su realidad, y en ella, su ángel no existía.

MI PERFECTO EXTRAÑODonde viven las historias. Descúbrelo ahora