Me desperté por el hermoso canto de los pájaros que estaban en mi ventana, acompañados por los primeros rayos de sol que ingresaban sin permiso por medio de las cortinas blancas bordadas que hacían de la habitación un lugar mucho más soñado de lo cual ya era. Miré mi celular y eran las 08:00 hs, decidí levantarme para ir a caminar a los alrededores de la estancia; entré al baño que tenía mi habitación, me di una ducha rápida y me vestí con ropa cómoda para caminar.
Baje las escaleras y me dirigí hacia la cocina, la cocina era perfecta, tenía unos ventanales muy amplios con cortinas celestes con pequeñas flores blancas, una mesada de mármol blanco, alacenas y muebles de cocina blancos, con una gran mesa en el medio de la habitación con sillas blancas y junto a la heladera un desayunador con banquetas blancas que miraban a los ventanales.
Miré en las alacenas hasta que encontré las tazas de un color azul marino precioso y me preparé té que endulcé con unas cucharadas de miel, no se sentía sonido más que el de los pájaros y deducí q aún seguían durmiendo, menos los hombres que se podían ver desde las ventanas, estaban cargando fardos de alfa en un acoplado, su padre manejaba el tractos color rojo, y el junto a un peón tiraban los fardos arriba del acoplado, se veía tan lindo haciendo lo que le gusta, siendo el mismo, me gustaba el hecho de mirarlo sin que lo supiera.
Terminé mi té y lavé la taza, salí por la puerta trasera y fui al patio, evité pasar por dónde el estaba, no quería molestarlo en su trabajo, el cielo estaba celeste, ni una nube lo opacaba, los arboles parecían de un verde casi irreal y los corrales de madera resaltaban a la distancia, había un pequeño sendero marcado y decidí seguirlo, cada vez que me iba adentrando más en el camino había más arboles, los rayos de sol se filtraban entre las hojas creando un efecto digno de una fotografía, llegué al final del camino, en este había una pequeña represa con algunos patos un banquito de plaza a la orilla, me acerqué al banquito de color blanco y me senté a admirar el paisaje, miré para atrás y parecía mucho lo que había caminado, sentí pasos detrás de mí al principio me dio un poco de miedo, pero después vi su mano en mi hombro y todo el miedo se disipó, me dio un beso en la mejilla, sentándose a mi lado, mirando al frente, mirando a dónde yo miraba antes, porque ahora mis ojos estaban puestos en el.
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Cuentos para leer de noche.
De TodoCuentos cortos para leer antes de dormir y llenar la mente de bonitas historias que vas a querer leer sin parar.