XXXVII

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La casa era grande, perfecta para nosotros dos. Es luminosa, espaciosa, con revestimiento de piedra por fuera y en algunas habitaciones. Al llegar la recorrimos juntos, observamos un jardín precioso, lleno de flores; como las casas que habíamos observado en el camino.
Eran las 19 pm, decidí bañarme y cambiarme de ropa.
La casa ya estaba completamente amoblada y decorada a nuestro gusto. Fui a mi vestidor para elegir mi atuendo, me terminé decidiendo por un conjunto de pollera arriba de la rodilla con un pequeño tajo y un top músculosa de tiras anchas; el conjunto de color blanco con flores rojas, dejé ni cabello suelto hasta la cintura. Él bellísimo como siempre escogió una camisa celeste, pantalón claro y zapatos un tono más oscuro que el pantalón. Yo mientras tanto elegí unas sandalias bajas color rojo, pinté mis labios color carmesí. Cerramos la puerta y me agarró del brazo, nos fuimos a recorrer nuestro nuevo pueblo, tan pintoresco con el perfume de mar en cada rincón y farolas que iluminan el pequeño centro adornado con piedras y flores.

Cuentos para leer de noche.Where stories live. Discover now