Capítulo 2

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Aunque tuviésemos un pequeño almuerzo de bienvenida para que pudiera familiarizarme mejor con los chicos, eso no significaba que no tuviera que seguir trabajando. El teléfono no paró de sonar, estuve saliendo y entrando de la sala de juntas constantemente. Todos parecían haber seguido los pasos de la banda detenidamente, ya que la mayoría de los llamados era para concretar entrevistas. Los muchachos tenían un apetito voraz. Yo era de comer bastante, pero no se comparaba en nada a lo que ellos eran capaces de tragar por minuto. Varias de las veces que dejé la habitación fueron para ir por más comida.

—Me caes bien—dijo Tom poniendo un brazo alrededor de mis hombros—No tienes vergüenza al comer, y para ser honesto, no comes como una chica normal.

— ¿Se supone que debo sentirme halagada? —inquirí riendo. No podía creer la falta de tacto que podía tener este chico. De todas maneras, ser así parecía ganarle muchos puntos con las chicas. Honestamente, me caía muy bien.

—Todavía no entiendo cómo es que siquiera tienes chicas detrás de ti. No termino de comprenderlo.

—Eso, mi querido Seev, se resume en esto—levantó su remera y me deslumbró con un increíble pack de músculos en su abdomen.

—Y aquí tienes tu respuesta.

— ¿Ves? Esto es una chica inteligente.

—Voy a omitir comentarios, sólo porque ella no tiene la culpa de tu uso de vocabulario—Jay se unió a la conversación. Me llamaba muchísimo la atención su forma de hablar, cómo usaba las palabras. Definitivamente debía ser una máquina de frases para el salón de la fama a la hora de escribir.

—Son tan diferentes—comenté sonriendo—, se siente como una familia. Y el hecho de que lo haya notado en menos de veinticuatro horas de haberlos conocido, dice mucho—. Los presentes en la habitación me miraron mientras soltaban un adorable “awh” y los muchachos se lanzaron sobre mí para un abrazo de oso grupal.

—A esto me refiero. ¡Perdí la cuenta de cuántos abrazos han regalado desde que llegaron! —exclamé siendo estrujada por unos brazos fuertes y musculosos. Soy una chica, claro que noté lo firme que ese abrazo de oso fue.

—Está bien, ¿quién acaba de agarrarme el trasero? —solté un casi inaudible “oh por dios” cuando Nathan lo preguntó indignado. Mi estómago y cara comenzaban a dolerme de lo mucho que me había estado riendo.

La grata reunión siguió durante toda la tarde, incluso volví a casa algunas horas después de lo debido. Logré averiguar un poquito más de cada uno, siendo que yo parecía ser el juguete que tanto habían deseado para navidad. Era increíble lo atentos que eran logrando que me sintiera de esa forma. Conversamos y bromeamos hasta que Jayne nos dio las órdenes para el día siguiente. La banda la tomó del pelo un rato, pero mi jefa parecía estar ya acostumbrada a todos sus juegos. Luego de unos cuantos grititos de autoridad (que en realidad no surtían efecto alguno) se tranquilizaron, proponiendo seguir la fiesta en otro lugar. Estos chicos no paraban ni un segundo, las energías les sobraban. Tuve que rechazar la invitación, sin embargo. Tenía montones de papeles para revisar y llamadas que hacer en la mañana. Bien, en realidad todavía no estaba lista para otra resaca, porque estos chicos no iban a parar hasta desinhibirme por completo.

—Estas no son horas de llegar, señorita Gallagher—una vocecita me regañó una vez estuve dentro del apartamento.

—Hola, April. ¿Cómo estuvieron tus clases? —distraje la atención hacia ella, dándole un gran beso en su mejilla y atrapándola entre mis brazos.

—Después de tantos años ¿aún crees que no sé lo que estás haciendo?

—No, pero me gusta molestarte con mi empalagues—con una risita rodó los ojos pero aún así me devolvió el abrazo.

Wrapped On YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora