Capítulo 8

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  • Dedicado a @Mmariulaand
                                    

No solamente era él una mala idea, sino todo lo que en ese momento estaba sucediendo. Carraspee evadiendo por completo la situación en la que acababa de meternos. Pero como siempre solía hacer, en vez de seguir la parte racional de mi cerebro, dejé que mis acciones tomaran control de mi cuerpo y miré directamente a sus ojos. Otro gran, gran error. Estaba segura que me encontraba completamente desnuda, teniendo Nathan acceso a todos mis secretos mejores guardados. Incluyendo mis sentimientos hacia él. Tenía que encontrar una forma de no ser tan vulnerable ante su mirada, pero estaba segura que iba a ser imposible. Quedaba hipnotizada, bajo un trance del que me costaba la vida salir. Perdía noción de absolutamente todo. Y lo odiaba. Odiaba no ser capaz de controlarme. Odiaba quererlo tanto y no poder hacer nada al respecto. Odiaba haber dicho que lo quería. Odiaba admitir que lo quería. Y, más que nada, odiaba no saber qué sentía él. Tenía la necesidad de hacerle saber todo esto que él había hecho crecer en mí, pero al mismo tiempo, sólo quería enterrarlo en el fondo de mi alma y jamás dejarle ver la luz. Estaba muy confundida, extremadamente confundida. Quizás intentara seguir con el plan de April. Buscar alguna excusa para acercarme a él, o para acercarlo a mí. Tal vez obtendría alguna información, alguna insinuación, algo. Estaba desesperada. Estaba cansada de estar en la nada misma. Mi teléfono comenzó a sonar interrumpiendo nuestra conexión visual.

— ¿Sí? —contesté—Oh, April, ahora tendré que cancelar—exclamé perdiendo todo entusiasmo por nuestra noche de chicas— ¿Pero…? Está bien—. Terminé la llamada y sopesé lo que acababa de ocurrírseme. El destino parecía estar dándome la solución a mi problema. Era hora de recomenzar el plan de April. Fase dos, aquí vamos.

— ¿Nath? —llamé su atención. Había estado buscando distracciones mientras yo hablaba con mi amiga.

— ¿Está todo bien? —preguntó, apenas alzando las cejas.

—Sí, sí. Bueno, en realidad no. Tendría que pedirte un pequeñísimo favor…—dejé la oración en el aire, esperando una respuesta.

— ¿Sucedió algo con April…?

—Oh, no. Resulta que esta tarde, después del trabajo, nos habíamos anotado para tomar una clase de cocina—expliqué—pero April me ha llamado para avisarme que no va a poder acompañarme—. Volví a dejar la oración en el aire, viendo si conseguía atar cabos. —No sé si te gusta cocinar, pero…

— ¡Oh! —Exclamó, atando los cabos—Me estás invitando a ir contigo—razonó en voz alta.

—Sí, pero si no quieres, o estás ocupado, seguro tendré otra oportunidad para…

—No, no, no—se apresuró a contestar— ¿A qué hora comienza la clase?

—Alrededor de las nueve y treinta.

—Supongo que habremos terminado para entonces…

— ¿Es eso un sí? —inquirí dudosa.

— ¿Si estás dispuesta a recogerme en la agencia cuando termine?

—Sí, después de todo, es lo menos que puedo hacer. Gracias, Nath—le sonreí abiertamente. Mi estómago comenzó a agitarse, e intuí que esto no iba a ser nada fácil. Los nervios iban a atormentarme durante la cita. ¿Cita? Esos eran mis nervios hablando.

— Creo que es la primera vez que me llamas Nath.

— ¿Cómo dices? —su afirmación me había tomado por sorpresa.

—Que… emm… creo que es la primera vez que tú me llamas Nath—. Al parecer, su boca había dejado salir un pensamiento interno. Sonreí ante el hecho de que lo había notado. A pesar de no tener una relación estrictamente profesional, evitaba tratarlos con demasiada confianza en el trabajo, por eso no lo había llamado nunca por su apodo. Esa no era la única razón… Llamándolo por su nombre corto sentía demasiada intimidad, y teniendo en cuenta lo que siento por él, esa intimidad me asustaba un poco. Así que evitaba llamarlo así. Pero agradecía haberlo hecho ahora. Eso me ayudaría con mi plan. Volviendo mi atención a él, una sonrisa adorable cruzaba su rostro. Parecía estar satisfecho, o enternecido… Tenía que hacerme revisar la vista con urgencia. Intentando no pensar en lo que iba a pasar esa noche, tomé riendas de la conversación y cambié el tema. Charlamos sobre el álbum nuevo, la gira de promoción que vendría después, el plan que tenían de volver a USA. Escuchándolo hablar con tanta emoción, me hacía sentir tan feliz y orgullosa. La parte del orgullo es reciente, pero había sido testigo de todo lo que ellos trabajaban para estar dónde estaban. Y se lo merecían sin vueltas. Mi estómago se encogió cuando mencionó el viaje a USA. Era tan estúpido sentirme tan triste cuando faltaba un mes entero para eso. Aunque sabía que en realidad la tristeza no venía por ese lado. Algunos celos pequeños estaban creciendo en mi interior, y eso era lo que me ponía triste. No era mi trabajo tener celos. Estaba siendo completamente irracional, y todo era su culpa. Comenzaba a entrar en la fase de culpabilidad total.

Wrapped On YouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora