Me encontraba caminando a paso ligero hacia la casa de Adam dándome cuenta de que podría pasar un largo tiempo antes de volver aquí.
Por lo tanto, reduje mi velocidad disfrutando de los pequeños detalles, memorizándolos.
Hacía mucho tiempo había tenido una familia. Dos padres que me querían, e incluso una hermana mayor.
Recuerdo perfectamente el día en el que mis padres murieron.
Ese día, hace tres años, me levanté muy pronto y fui al cuarto de mis padres, acababa de tener una pesadilla.
Al girar el pomo de su puerta oí un fuerte estruendo que me impulsó hacia atrás y me hizo pitar los oídos.
Al abrir los ojos la casa estaba consumiéndose por la llamas, y el cuarto de mis padres, ardiendo.
Traté de levantarme, pero mientras escuchaba los gritos de mis padres, esos que aún me persiguen, sólo pude cruzar una mirada con mi padre, ardiendo y gritándome que me fuera. Recuerdo a mamá retorciéndose de dolor en el suelo, y a mi padre con casi toda la cara quemada.
Ni pude salvar a mis padres, ni levantarme. Ahora podrían estar vivos sino fuera porque fui demasiado débil.
Cuando los gritos de mis padres se apagaron y las llamas casi estaban lamiendo mis pies, los bomberos llegaron a tiempo para salvarnos a mi hermana Adda y a mí.
La causa de la muerte resultó ser una bomba plantada por unos terroristas suicidas, colocada unos pocos kilómetros más allá. Por suerte o por desgracia, sólo afectó al dormitorio de mis padres.
Aunque suene duro, al menos esos capullos también murieron.
Después de eso y a causa de no tener más familia, fuimos llevadas a un orfanato, el orfanato "Sweet Suzy".
Adda y yo no nos hablábamos. Ella me echó la culpa de sus muertes y nunca lo negué. Tenía razón.
En el orfanato no lo pasé mejor.
Todos me miraban raro, nadie me quería allí.
Claro que Adda era diferente. Ella tenía un encanto y belleza natural e hizo amigos rápidamente, mientras que nadie sabía que éramos hermanas. Ella se encargó de ello.
A mi solían pegarme, y me decía que me lo merecía por no haber podido salvarlos, que tenía que haber muerto yo, que yo tenía que ser la que me hubiese retorcido de dolor.
Cada noche recibía la culpabilidad en forma de puñetazos, frío o insultos.
Al cabo de un tiempo, mi estancia en "La Sucia Sue" como solían llamarle, se me hizo tan insoportable, que comencé a defenderme.
Al final me dejaron en paz a pesar de recibir notas amenazantes, golpes bajos, y miradas condescendientes que ignoraba.
Un día normal llegó un nuevo al que no le hacían nada debido a que era muy alto, e intimidaba con sólo un vistazo.
Nunca hizo amigos y era bastante guapo, con un pelo negro rebelde y unos ojos azules tormenta.
Su nombre era Adam.
Él nunca perteneció a ése sitio. Incluso Adda trató de conocerle, pero él sólo estaba callado sin hablar con nadie, sin mirar a nadie.
Fue una sorpresa verle otra vez tan mayor, pero igual de atractivo. Nunca hablábamos, aunque tuve un cuelgue por él durante un tiempo.
De todas formas no se acordaría de mí. En ése entonces trataba de evitar a todos y a todo incluso a él, y pocas veces se me veía la cara.
No recuerdo que le adoptaran ni que se transformase en un animal. Pequeños detalles.
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Susurros
Teen FictionAnnabeth Lambie no sabía lo que le esperaba después de que en una extraña tormenta de nieve, en un pueblucho en medio de la nada, un desconocido la salva de los brazos de la muerte. Tendrá que dejar a su madre adoptiva, a su mejor amiga, y a un pasa...