Capítulo 3: Laurens

695 112 59
                                    

Esta vez tenía que ir en taxi si o si, no tenía suficientes ganas para caminar demasiado, aunque eso no le quitara la pequeña sonrisa que tenía por ir a ver a uno de sus amigos más queridos, más bien, su mejor amigo.

Llegó al lugar, no lo recordaba tan solitario, claro todo es más solitario a las 12:00 de la noche. Hamilton entró sosteniendo los cordeles que salían de su mochila. La pequeña sonrisa se comenzó a borrar lentamente al pasar sus manos por los fríos mármoles, hasta llegar al que quería.

John Laurens

1989-2016

Para ese entonces la sonrisa de Alexander ya no existía, se quedó ahí, estático, con un dolor en el pecho y su labio temblando, mordiéndolo evitando que las lágrimas lo traicionaran. Caminó lentamente hacia la lápida de su mejor amigo, pasó su mano por encima del frio mármol quitando las hojas secas que había encima de esta.

El viento frio de la madrugada calaba sus huesos y el dolor en su interior se hacía cada vez más imposible de soportar.

—Jack—salió de sus labios, pareció más una pequeña suplica que una palabra coherente. Ahí fue cuando Hamilton se rompió cayendo al pasto húmedo frente a la lápida de su mejor amigo, sus cosas cayeron a un lado al igual que sus preocupaciones y por lo que venía inicialmente.

— ¿Recuerdas la marcha que hubo acá en New York la semana pasada?—la sonrisa del pecoso parecía iluminar la habitación fuera cual fuera.

—Si la recuerdo amigo, aunque bueno, nunca me comentaste si eras o no—Una carcajada salió de los labios de Alexander al insinuar esas cosas a su amigo, él siempre lo tomaba de broma.

Dos lágrimas cayeron por las mejillas de Hamilton al recordar todo eso, los momentos y recuerdos que tuvo con él. Sus manos secaron rápidamente las lágrimas, no quería llorar, prometió que nunca lo iba volver a hacer, pero era imposible.

—Algún día habrá libertad Alexander, donde personas que aman a otras personas serán abiertamente aceptadas, ¿acaso eso no sería grandioso? Seriamos libres— exclamó el joven de cabello semi-rizado con una sonrisa y levantándose del suelo alegremente a la vista de Alexander.

– ¿Seriamos?—dijo Alexander con una ceja alzada. Rápidamente el pecoso tiño inconscientemente sus mejillas de un leve rubor rosa dándole una apariencia tierna—No te preocupes. —Afirmó rápidamente Hamilton levantándose del suelo para quedar a su altura.

—Perdón si te incomodé—se disculpó John bajando la mirada avergonzado. El más alto solo lo abrazo con una sonrisa, hasta que ambos quedaron envueltos en un cariñoso abrazo.

—Sí, seriamos libres.

Ya había pasado un año desde su muerte y a Alexander le seguía doliendo como si solo hubiera sido hace unos días. El recuerdo de ese día lo mantenía despierto todas las noches, el cómo su amigo respiraba dificultosamente y sus ojos, que siempre habían esparcido luz y felicidad por donde sean, se apagaban poco a poco.

Aun recordaba los titulares de ese día, las personas apoyando a otras personas, el cómo el mundo estuvo de luto ese 12 de junio del 2016. Uno de los peores días para Alexander, si tan solo hubiera acompañado a su amigo a ese viaje, el posiblemente no hubiera muerto.

TIROTEO EN DISCOTECA GAY EN ORLANDO*.Rezaban los titulares al día siguiente, Laurens estaba ahí, Alexander no pudo acompañarlo a ese pequeño viaje.

Laurens recibió un disparo, lo habían estabilizado y trasladado a New York, pero poco a poco la gravedad del paso del tiempo fue afectando. Alexander Hamilton, su mejor amigo no pudo estar ahí en su entierro. Lo acompaño por 7 años desde que salió del orfanato, pero el no pudo estar con él.

—Alexander— la mirada de Laurens estaba pérdida y el hilo en su voz era notable, Alexander debía ser fuerte para su amigo, no debía de llorar enfrente de él, no quería pero era imposible. Y Laurens nunca pudo completar aquella frase antes de que el pitillo de la maquina marcara la muerte de su amigo y su ultimo suspiró.

14 de junio, John Laurens falleció por una herida de bala.

Alexander lloró esa noche, lloró como si una parte de su vida se hubiera ido con aquel chico. Así paso casi un mes y medio. Con las cortinas cerradas y a oscuras, con rastros de lágrimas en sus ojos y miles de cartas a su amigo regadas por el suelo de su departamento, cartas escritas que nunca llegaron a su destinatario.

Lafayette se preocupó por él bastante. Lo ayudo a "restablecer" su vida, aunque nunca volvió a ser igual. Recogió las cartas y las colocó en un cajón en lo último de su recamara, a veces cuando Alexander caía en sus episodios de extrema depresión releía las cartas de su amigo, donde cada una rezaba la palabra: Te amo. Aunque él nunca supo en que concepto lo decía.

Ya había pasado semanas de que eso no sucedía y las cartas comenzaban a tomar polvo en aquel rincón.

Pero seguía doliendo el no tener un hombro el cual recostarse y contar tus problemas.

Pero ahí estaba, cubierto por el aire de la madrugada y con pequeñas lagrimas recorriendo sus mejillas, se veía tan patético.

—Laurens, tu sabrías que hacer—susurró abrazándose así mismo.

___________________________
*con esta referencia no se quiere restarle importancia a este acontecimiento o burlarse de él, es un pequeño homenaje a las víctimas de este terrible acontecimiento.

StarDy⭐️

19/11/2017

En otra vida ||Jamilton||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora