Capitulo 9: Compra

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—Alexander, ¿cuando dejaras de escribir? ¿Parece que no tienes vida?

—No tengo una vida  sin ti—susurró.

—¿Qué?

Aquel sueño despertó a Alexander sobresaltado, parpadeó un par de veces antes de reincorporarse a su habitación. El mismo color gris monocromático y el olor a café que ahora envolvía el departamento del joven de ojos oscuros. Su respiración se encontraba agitada por aquel sueño, ¿había sido solo un sueño?

Él huérfano se levantó restregando sus manos con su cara y seguidamente apartando los cabellos que caían en su cara suspirando cansadamente. Miró a la pequeña y roída mesa a un lado de su cama, vio el despertador marcando las 7:00 había despertado demasiado temprano, pero el sueño ya lo había abandonado.

Estaba nervioso y aún no sabía por qué. Se levantó de la cama y se frotó su rostro una última vez, odiaba despertase temprano, pero también odiaba despertarse tarde.

Miró a su alrededor, la soledad lo volvió a invadir fuertemente. Miró a un lado del cuarto, una foto enmarcada relucía en la pared. John Laurens se encontraba abrazando a Alexander, lo abrazaba como si no tuviera a nadie más, Alex tenía una sonrisa sincera, una sonrisa que donde sea que se viera gritaba felicidad.

Se sintió más solo aún.

[•••]

Alexander llegó a trabajar normalmente, unas cuántas miradas por parte de los meseros, unos cuantos insulto de Adams y unas miradas inexpresivas de Burr. Todo normal.

Se quedó en su oficina, encerrado y llenando algunos papeleos, el olor a diferentes comidas se filtraba por las ranuras de la puerta gris. Alexander solo escribía, su cabello caía por sus hombros, no tenía intenciones de amarrárselo, mayormente por la pereza que le daba. No supo qué hora era, en esa pequeña oficina no sé ven las horas pasar. Pero unos toques en la puerta lo sacaron de su trance de puros números y letras.

Un joven mesero abrió la puerta con una mirada extrañada—Te están buscando.

Hamilton extrañado y confundido, aunque dentro de él aterrado, salió para encontrarse en una mesa con Jefferson. Su elegante postura y buena vestidura era de esperarse siempre. Una sonrisa adornaba su rostro al verlo, con cautela se acercó a él viendo a ambos lados si no se encontraba Adams por algún lugar, unos pasos bastaron para estar frente a él.

—Qué quieres?—preguntó un poco bajo, aunque las voces del lugar no hacían la diferencia de nada.

—Wow, ¿así tratan a sus clientes aquí? ¡Qué maravilla!- habló con notable sarcasmo para luego con una mano señalarle la otra silla—Tomemos unos tragos, no te vendría mal.

Basto casi media hora de discusión mínima con Alexander para que aceptara esa invitación.

[•••]

Sus mejillas ya estaban sonrojadas, el aliento a alcohol lo envolvía y su cabello ya no tenía la clásica coleta que llevaba a todas partes, sino que estaba suelto y caía por sus hombros.
Jefferson lo observaba atento bebiéndose otra copa de vino tinto con una ligera sonrisa. Las luces del lugar ya se volvían cada vez más tenues, señal de que muy pronto cerrarían, solo había unos cuantos meseros, y las mesas acomodadas.

—¿Hamilton?—Habló el mayor limpiándose las gotas de vino de sus labios, el mencionado detuvo su plática de la política de New York poniéndole atención.
—¿Que pasa Jeffi?—Contestó soltando una ligera sonrisa y bebiendo una vez más de la cerveza que tenía en su mano. Jefferson solo sonrió ante como lo llamó.

En otra vida ||Jamilton||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora