Capítulo 10: Obsesión.

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Las manos de Alexander se deslizaban por los botones de la camisa abrochándolos levemente. No estaba seguro de esto, ni de que quería decir Thomas con aquella carta. Solo quería quedarse en casa a dormir. Su vida no había variado mucho desde que...

El recuerdo de John hizo que sus dedos dejaran los botones. Pronto iba a ser el aniversario de su muerte. Le dolía, le dolía no tener un amigo para contarle todo, para compartir gustos o solo para...

Unos toques en la puerta lo alertaron. Rápidamente se limpió algunas lagrimitas que amenazaban con salir de sus ojos, él no era de llorar, pero cuando se trataba de John, no podía evitarlo. Aun con su camisa fuera del pantalón abrió la puerta encontrándose con un Thomas Jefferson y una sonrisa en su cara de oreja a oreja.

— ¿Qué haces aquí?— preguntó Alexander para luego arrugar el ceño y elevar levemente la voz— ¿Cómo sabes dónde vivo? Ósea exactamente.

—Cuando tienes dinero puedes sobornar personas ¿sabes?—respondió Thomas reclinándose en el marco de la puerta.

Alexander levantó una ceja para luego cerrar la puerta en la cara del contrario. Thomas del otro lado desapareció su sonrisa para luego reclinarse en la puerta directamente y apoyando su cabeza en esta.

—Vamos Alexander—dijo Thomas arrastrando las palabras y con la vista en el techo del pasillo del edificio—Ni siquiera me dejaste decir lo que quería decir.

Alexander rodó los ojos y se colocó la camisa dentro del pantalón ignorando la voz del sujeto detrás de su puerta, no entendía que clase de obsesión había tomado con él para perseguirlo de esa manera. Siguió con su rutina diaria de prepararse para el trabajo, se dirigió a la pequeña cocineta para servirse el café que se encontraba humeante.

—Alexander—volvió a escuchar la voz del sureño que ya le comenzaba a fastidiar.

Ya era hora para ir al trabajo, y tenía que pasar por aquel sureño de rizos locos. Quería morir, si bebieron un poco pero no quería recordar como apareció en su casa sin recordar nada, y si también tuvo una agradable conversación con él sobre teorías de la vida. PERO no quería volver a verlo, simplemente no estaba acostumbrada a una persona en su vida tanto tiempo a excepción de lo que había sido John y Lafayette.

Suspirando derrotado.

Se acercó a la puerta y tomó el pomo, la abrió levemente y vio al sureño con una cara de pocos amigos para luego pasar de largo de él cerrando la puerta con seguro y caminar hacia las escaleras del lugar.

—Realmente eres todo un misterio Alexander Hamilton—comentó Jefferson caminando detrás de él.

—No preguntaré aun como sabes mi nombre y apellido—se volteó hacia él y enfrentarlo con la mirada, la diferencia de altura se hizo evidente—tampoco preguntaré sobre la obsesión que tienes conmigo.

—En otra vida no lo hubiera llamado obsesión, ni tu tampoco querido—se burló Thomas con una sonrisa de lado.

—Te odio—murmuró Hamilton para darse la vuelta y comenzar a bajar las escaleras.

Una fuerza en su brazo izquierdo hizo que volteara violentamente hacia atrás y su miradas encontrándose muy cerca, ambos sintiendo su respiración. Los impulsos de Alexander inmediatamente se presentaron y su mente gritaba "quítate de ahí", pero su cuerpo no respondía. Sus cuerpos estaban cerca, la mano de Jefferson pasó por la espalda baja del menor atrayéndolo, si se podía más a él.

—No sabía que eras gay—susurró cerca de los labios del más bajo. Hamilton embozó una sonrisa de lado.

—Yo tampoco pensé que el gran empresario Thomas Jefferson fuera gay, que sorpresa—se burló Alexander y una mano se dirigió a su cabello, joder su cabello era endemoniadamente suave.

Jefferson fue el primero en romper la distancia que había entre ellos. No negaba que hasta borracho como la noche anterior, los labios del menor se habían convertido en una obsesión para él, quería probarlos más. Quería más del menor, pero un click en el cerebro del menor hizo que él se apartara del beso.

Los besos para él no solo eran cosas que se le podía dar a cualquiera, asi que ¿Por qué se los daba a aquel joven desconocido para él?

No iba a negar que el sureño besara condenadamente bien. Pero había algo que sentía, que en el fondo de él sabía que no solo eran besos previos a una salida y una noche de sexo, como había sido hace algunos años desde que John se fue. Muy en el fondo sabía que eso iba a ser solo sexo y ya.

Sus ojos se volvieron a conectar, como si el mundo se detuviera, como si miles de vidas pasadas no hubieran importado en ese momento.

"Encontré un amor para mi"

Fue en ese momento que sin saberlo Jefferson se enamoró de una bomba de tiempo y Hamilton se enamoró de una rosa con espinas.

—Así que, ¿Compraste el restaurante?—susurró Alexander saliendo de su edificio junto a Thomas.

—Quería extender mis negocios en New York.

"Quería saber dónde estabas" pensó el más alto.

—Bueno, aun así tendré que ir al trabajo, no hace mucha diferencia lo que pasó a que...

—No necesitas ir a trabajar hoy—espetó el mayor con la mirada a la calle de asfalto. Alexander lo miró, el aire se podía ver de cada palabra y respiración que salían de ambos, el cielo estaba nublado y la nieve iba a comenzar a caer.

—Perdón, pero yo nunca debo de faltar al trabajo a pesar de que tu seas dueño del lugar o lo que sea.

—Vamos, hoy no pasará nada, yo te pagó de todas maneras—Habló Jefferson sin tomarle mucha importancia, para luego hacer parada a un taxi. Abrió la puerta de este haciéndole una seña al menor que pasara—Si no entras ya no tienes empleo.

Hamilton rodó los ojos y soltó un suspiro, el frío y la nieve que empezaba a caer a su alrededor, no le permitían discutir a gusto.


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En este capitulo violo uno de mis lemas existenciales xd, bleeeeeh, no importa. Espero les haya gustado y si tarde menos tiempo en subir capitulo. El mundo se acaba y todos nos vamos a morir, yei.

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26/05/18

En otra vida ||Jamilton||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora