Capítulo 7
Una rudimentaria carretera que terminaba en las montañas al noreste de la ciudad. A treinta y dos kilómetros arriba algún olvidado urbanista del condado había situado un mirador panorámico con una mesa de picnic de cemento y una papelera de metal. A las once en punto Chanyeol estaba allí, apoyado contra su coche, con los brazos cruzados y la nariz olfateando el viento.
El sol era un disco brillante en el cielo vacío, pero hacía viento, un viento cortante, cargado de polvo que olía a salvia, a creosota y a conejo. Delante de él, la tierra caía formando montículos hasta la ciudad, que estaba satisfactoriamente lejos. Kilómetro y medio más arriba por la carretera, escondida en una curva entre unos robles zarrapastrosos, estaba la entrada a las tierras de los Nokolai.
Chanyeol cerró los ojos y deseó que los días tuvieran más horas. En ese preciso instante, deseaba estar en dos sitios a la vez, y ninguno de ellos era donde estaba ahora. Había intentado comunicarse con Kai a lo largo de toda la mañana. Necesitaba encontrarle o, por lo menos, saber si su amigo estaba en una de esas fases en las que le gustaba desaparecer.
De vez en cuando Kai se esfumaba sin decir a nadie a dónde iba o cuándo volvería. Era una costumbre irritante. Y además, este no era el mejor momento.
Chanyeol se obligó a calmarse, e intentó relajarse. Había pasado mucho tiempo desde que había recorrido esas colinas en su otra forma. Demasiado tiempo desde que las había recorrido en su forma actual. Necesitaba absorber y ser absorbido por la tierra, y no había tiempo...pero ahí estaba.
Volvió la cabeza contra el viento intentando olfatear el origen del olor a conejo, y lo encontró bajo un matorral, donde un pompón de pelo grisáceo se agitaba apenas distinguible por el polvo. Chanyeol observó, inmóvil, y respiró profundamente. Le ayudó a relajarse.
El rostro de Baekhyun cruzó por su mente... Un rostro pequeño y con una mandíbula afilada, con una nariz recta y ojos caídos como almendras negras. Cuando sonreía, su boca formaba un rectángulo perfecto y sus mejillas se redondeaban. Pensó en su piel, color crema con algo de miel. En su fragancia. Ligeramente especiada. Totalmente humano. Único.
El recuerdo le excitó y se puso nervioso. Quería verlo ahora, no dentro de dos horas. Y eso, pensó, no era buena señal. No era buena en absoluto. Unos minutos más tarde, unas ruedas pisaron la gravilla. El conejo saltó desde su escondite.
Chanyeol se volvió y vio un sucio todoterreno de color gris aparcar detrás de su descapotable. De él salieron dos hombres, en vez del hombre solo que él esperaba. Los dos vestían vaqueros y zapatillas de deporte. Los dos estaban desnudos de cintura para arriba. Uno de ellos, el conductor del todoterreno, lucía tres cicatrices en el torso, recuerdos de un ataque que había ocurrido dos días atrás.
Era un hombre grande, con la constitución de un defensa de fútbol americano y las manos de un jugador de baloncesto. Inusualmente moreno para un lupus, había heredado la piel cobriza de su madre. Tenía el pelo negro con hebras de color plata muy corto. La vaina de piel que llevaba a la espalda contenía un machete, y la de la cintura, un cuchillo. Chanyeol sabía que ambas hojas estarían muy afiladas, a pesar de la apariencia suave del metal. La aleación contenía demasiada plata como para que el filo se mantuviera afilado durante mucho tiempo.
El pasajero del todoterreno tenía una constitución como la del cuchillo del conductor: alto y delgado, con unos hombros anchos y huesudos a modo de empuñadura. Su rostro era estrecho, su piel y sus ojos claros, y llevaba el pelo color rubio lo suficientemente largo como para poder atarlo en una coleta. La mayoría de la gente diría que era de la misma edad que Chanyeol.
ESTÁS LEYENDO
Peligro Tentador [Adaptación] Chanbaek
Fiksi PenggemarByun Baekhyun, un detective de Busan, investiga una serie de macabros crímenes que parecen haber sido causados por un hombre lobo...y para cazar al asesino tiene que infiltrarse en los clanes. Solo hay un hombre que puede ayudarlo, un hombre lobo l...