C U A R E N T A Y D O S

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Su frustración creció y creció con el paso de solamente los segundos. No podía imaginarme en lo que se convertiría cuando debiera pasar meses así, con el saber y no saber, con su alma estrujada en su puño y a punto de explotar.

—¿Podrías calmarte? Me pones los nervios de punta.

Él lo miró y fulminó con su mirada, sin embargo siguió golpeando el piso con su pie, que, con su fuerza, lograba romper y hacer un hueco en el suelo de cerámica.

—¿Cómo mierda pretendes que me calme? —espetó con un tono de voz enfurecido.

Alix rodó sus ojos y se desplomó en un sillón individual, alejándose totalmente de Jason. Parecía que no se atrevía a acercarse a él en ese estado.

—Estaría igual que tú en este momento, pero desde lo que sucedió hasta ahora no he entendido nada, de verdad, ¿qué se supone que quiso hacer?

Su pregunta lo dejó pensando, suspiró profundamente, bajó su cabeza y la colocó entre sus manos mientras que sus brazos se apoyaron en sus piernas.

—Habló con Jack —dijo con la voz ahogada—. No lo sé, ya lo tenía planeado desde hace mucho. Le dijo a él que sería capaz de contárselo, sólo si vivía.

—Eso significa que... sabía qué tal vez no viviría —aventuró a decir, causando que a Jason se le escapase un gruñido ronco lastimero.

Levantó su cabeza y apoyó su espalda en el respaldo del sofá, dejando a la vista sus ojos rojos, totalmente, tanto su iris como el resto del ojo, pero eso debido a unas lágrimas secas que se encargó de refregar fuertemente, incluso sin importarle dañar su piel.

—Creo... que sí. —mordió su labio y subió su vista al techo. Se desplomó en el sofá—. Solamente espero que no muera.

—En perfecto estado no está y lo sabes. Sabes que hay más posibilidades de que muera a que viva, y por ahora se consciente de eso.

—¡Por favor, cállate, Alix! —gritó furioso, levantándose del sofá, tomando la mesa de centro de una pata y azotándola contra el suelo en un movimiento.

Volvió a desplomarse en el sofá, cerró sus ojos y apretó otra vez su labio inferior entre sus dientes.

Alix se acomodó en el sillón y se quedó callado, pues pareció pensárselo dos veces antes de volver a molestar a Jason.

El silencioso ambiente fue interrumpido por dos toques en la puerta, del otro lado de ella se oyó la voz de un hombre pidiendo permiso para pasar.

—No quiero ver a nadie, dile que...

—¡Adelante!

Su mandíbula se apretó y fulminó a Alix, si hubiera podido, lo habría asesinado con la mirada.

La puerta se abrió y por ella entró un joven bien peinado y bien vestido, sus ojos reflejaban confianza en sí mismo, no obstante, pude ver algo de miedo en ellos.

—Aquí está, señor. El otro hombre se encuentra en la habitación del sótano, y las dos mujeres fueron encerradas en otra habitación de la residencia —informó el joven firmemente.

Tiró su brazo hacia adelante, por ende, su mano, de la cual tenía agarrado al pequeño niño asustadizo que se escondía detrás suyo. La criatura se dejó ver, pero extrañó a los tres hombres cuando su vista se perdió alegremente en la nada. En otras palabras, en mí.

El pequeño corrió sin importarle nadie más que yo, sorteó el sofá de Jason, la mesa rota y el sillón de Alix. Llegando a mí se detuvo e inclino su cabeza hacia arriba para poder mirarme a los ojos, sonrió otra vez, aunque cuando intentó tocarme no lo consiguió. Su mano atravesó mi cuerpo traslúcido como si yo no estuviera allí, como si no existiera, porque se suponía que no estaba. Entonces recordé vagamente aquella vez en la que mi alma abandonó mi cuerpo y él pudo verme perfectamente.

Jason ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora