V E I N T I N U E V E

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Las peores cosas se venían fuertes, se veía y se sentía, y todos lo sabían.

Antes, exactamente hace una semana atrás, creía que tendría más tiempo para prepararme, creía que demoraría meses en suceder lo predicho, creí que yo, cuando las cosas sucedieran ya sería buena luchando, ya tendría la fortaleza necesaria para enfrentarme a lo que fuera (y a quienes fuera) que debía enfrentarme.

Pero no, no fue así. Había sido la semana pasada cuando me avisaron sobre extraños movimientos en Arkansas, en Little Rock, precisamente, donde yo vivía hasta hacía unas semanas atrás.

Había sentido la bilis subir por mi garganta, no estaba y no iba a estar preocupada por ello, pero sentía la tensión dando vueltas a mi alrededor todo el tiempo y era muy molesto y estresante. Jason dijo que no debía bajar la guardia, Baltasar dijo que tenía que esconderme y no mostrar mi ubicación, porque estar en la mansión sería un lugar fácil para encontrarme y por eso nunca buscarían ahí.

Un calor comenzó a recorrer mi mejilla derecha. Cuando caí al suelo cubriendo mi mejilla con mi mano, volví a la realidad.

—¿Qué te he dicho sobre torturarte?

Me levanté del suelo de tierra mientras me sacudía y sacaba de mi ropa la tierra y piedritas que se clavaron en ella. Reté a Jason con la mirada, quien se encontraba parado con sus cejas fruncidas y sus brazos en su cintura como una jarra, claramente molesto.

—No son torturas.

—No, claro que no lo son —dijo con sarcasmo, y rodó sus ojos al mismo tiempo. —Posición de lucha, otra vez. Comencemos.

Soltando un bufido coloqué mi cuerpo en la posición y mis brazos firmes frente a mi rostro y cubriendo gran parte de mi cuerpo.

Pensé en todo lo que estaba ocurriendo y dejé que el enojo y la desconformidad ocupara cada rincón de mí y me incendiara como árbol de navidad. Necesitaba sentirme motivada para atacar con mejor precisión, algo que me moviera a querer descuartizar hasta el dedo meñique del pie de mi oponente. Pensé en Dann y todas las cosas que él hizo conmigo, su cabello blanco como las canas y sus ojos que me miraban con altanería y poder y una satisfacción estúpida cuando tenía que doblegarme ante él.

Dejé que todos los recuerdos me llenaran la cabeza y el poder crispó en mis puños y en mis piernas. Jason lanzó una patada que logré esquivar con facilidad. Imaginé a Dann, y luego a Demetrio, y a Baltasar. El puñetazo lanzado después de la patada me dio de lleno en el pecho y me desequilibró, pero no caí. No otra vez. Al segundo de sentir el puño impactar en mi pecho, lo ataqué con golpes de puño y patada mezclados, todos precisos y con el único objetivo de derribarlo, no de dañarlo. Tambaleó, y con otra patada pude tirarlo al suelo.

—Nada mal —dijo entre quejidos y sobándose debajo de las costillas.

Se levantó del suelo y volvió a colocarse en posición. Me distraje sólo unos segundos y él esquivó un golpe débil que lancé y me empujó, me tiró lejos e hizo que aterrizara en el suelo, otra vez.

—¡Debes concentrarte más, Jinny! —Sus gritos roncos y autoritarios empezaron a irritarme.

—¿Podemos parar? Sólo unos minutos.

Él cerró sus ojos por varios segundos, ralentizó su respiración y soltó un largo suspiro cansino.

—Está bien —se rindió luego.

Se sentó a mi lado, en el suelo de tierra del campo; solamente estábamos a unas cuadras de la mansión, en un descampado rodeado de árboles que garantizaba mi seguridad, ya que mi aroma se camuflaba entre los olores que emanaban de las flores y de los árboles. Algo en lo que no pensaron, es en que el viento soplaba, y ni las flores ni nada podía detener a mi aroma siendo arrastrado por el viento y llevado hasta las narices de quienes me estuvieran buscando.

Jason ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora