El dinero no da la felicidad.

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Seguramente mamá deba estar ahora conduciendo con sus canciones de Katy Perry, mientras yo estoy en esta habitación tan siniestra con un tipo que sabe quién soy pero yo no sé quién es él.

-Oye, ¿esto va a durar mucho? ¿Me puedes dar ya alguna respuesta? No sé quién te crees que eres para hacerme esto. Acabo de llegar.

-Te daré la respuesta cuando yo quiera, no cuando me la pidas. ¿En qué habitación estás?

-No estoy obligada a darte esa información.

Mi miedo aumenta por segundos. No me suena de nada este chico. Tampoco he tratado con gente así. Si al menos me diese una explicación, podríamos llegar a mutuo entendimiento, pero nada, él sigue callado.

-¿Me vas a hablar? Faltan cinco minutos para que pueda llegar a mi apartamento a soltar todas mis cosas y arreglarme para ir a comer.

-¿A qué hora vas al comedor? Yo voy sobre las dos menos cuarto. ¿Te apetece que vayamos juntos? Así tendría más tiempo para explicártelo todo.

No sé qué decirle. Parece el típico niñato que sólo hace el tonto y apenas atiende en clase, con lo cual, creo que lo único que hará será buscarme problemas.

-No, gracias. Ahora, hazme el favor de abrir la puerta.

Me mira fijamente unos segundos y aparta rápidamente la mirada, que ahora se conduce al cajón de una mesita de noche, en el que guarda varias llaves.

-Te veo luego.

Creo que por cómo me lo ha dicho, debo llevar un séquito de guardaespaldas a mi lado por el resto del curso. ¿Este chaval ha venido sólo para dar la lata?

Con paso ligero me voy a mi habitación. Me hace mucha ilusión ver el que será mi "hogar" durante los próximos nueve meses. Es más, me encanta el ambientador que usa esta residencia. Huele como a coco, pero fresco, no el empalagoso. Además, todo está muy bien ordenado y dispongo de una mesa amplia para estudiar, y una cama matrimonial para mi sola.

Ya me lo estoy imaginando. En esta cama gigantesca, comiendo una pizza gigantesca y viendo mis pelis favoritas en esta tele de plasma gigantesca también. Realmente. no puedo pedir más.


La una y media de la tarde. ¿Cómo diantres se me pasa el tiempo tan rápido? Joder, el comedor cierra a las tres. Voy enflechada al cuarto de baño, el cual no he visto, y que tiene dos lavabos y una bañera-jacuzzi. Ojalá me pudiese quedar aquí por el resto de mi vida, pero ahora sólo quiero pensar en sumergirme en agua casi hirviendo y olvidarme de mis problemas.

Mientras me ducho, termino de pasarme una cuchilla por las piernas, y al salir, me pongo lo primero que veo. Una sudadera gris ancha con un pantalón pitillo negro y unas deportivas. Básicamente, mi estilo es ese.

JUEGO PARA SEISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora