Cap.3

32 4 0
                                    

<<ELLA>>

15 de Octubre.

Sostuve su mano y me sentí pequeña al ver sus cicatrices, y aún así, las acaricié.

Él se estremeció al darse cuenta, pero no dijo nada, solo miró cómo lo hacía.

No sé de dónde saqué el permiso ni las fuerzas para hacerlo, fue sin pensar.

-Por qué?

No respondí, Él me entendió.

Él es perfecto, pero no se da cuenta de ello, ojalá pudiera verse como yo lo veo, perfecto.

Se ve tan fuerte, tan decidido desde fuera,tan Él...cuando en realidad se tambalea, es frágil y está roto.

Pero es así como lo quiero, como en verdad Él es.

-Qué piensas?
-Se ven bonitas, me gustan

No penséis que lo que me gusta es que se haga daño, sino que esas cicatrices son solo recuerdos; malos recuerdos, pero recuerdos al fin de al cabo.

No dejé de mirarlos hasta sentir sus caricias sobre mis muñecas.

-Tú también eres bonita

No sabía a qué se refería con aquello, pero dije:

-Yo también estoy rota

En ese momento me perdí, cuando sus labios rozaron los míos.

<<Él>>

Está rota, pero en el buen sentido.

Se me pasan las horas demasiado rápido, tengo que irme en media hora.

Llevamos toda la tarde aquí tirados viendo el cielo cubierto por nubes de humo de un monte que arde cerca; solo hablamos de tonterías, de mil cosas sin sentido, y alguna que otra con doble sentido.

Me gusta como sonríe, vale más ver la sonrisa de alguien que siempre llora.

Ella es tan bonita...por qué no se verá bonita?

Estoy viendo como acaricia mi brazo y me hace cosquillas.

Me estremezco al sentir las yemas de sus dedos sobre mis heridas, no me duele, pero, por qué?

No necesito que me responda; quizás hasta me sienta tranquilo cuando Ella lo hace.

Cuento en su muñeca las marcas que le quedan, no soy el único roto aquí, me gusta la firmeza que me transmite. Y lo nerviosa que se pone.

Qué estará pensando?

Sigue acariciándome en silencio.

No sé que derecho tengo, pero la beso.

Necesito hacerlo, o la necesito a ella.

Me encantan sus labios, toda la tarde contemplando lo bonitos que eran sin saber si besarlos.

La vuelvo a besar, y así todo el rato que nos queda antes de que me vaya.

Cuando me despido me doy cuenta, de que ya la echo de menos.

NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora