Sueños

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El mundo ha enfrentado muchos cambios últimamente. Guerras han dejado a su paso, sangre, desolación y muerte. Estereotipos sociales, han dejado discriminación, exclusión y muerte. La desigualdad social, ha dejado hambre, pobreza y muerte. Lo que nos hace llegar a la siguiente conclusión: la muerte no es un hecho ineludible, es una consecuencia de la vida y de las decisiones que se tomen en ella.

En el mundo religioso, la muerte es la consecuencia del pecado. En el mundo político, la muerte es consecuencia de malas decisiones gubernamentales. En el mundo real, en nuestro mundo, la muerte es... una trampa.

Esta es la historia de mi pueblo, de mi familia...

-¡Yima! ¿Dónde estás?-

-¡Aquí arriba!-

-¿Qué haces muchacha? ¡Deja de desaparecer!-

Cordelia es la anciana de mi tribu, ya no está físicamente fuerte; lo demuestra su respiración agitada al correr unos cuantos metros en mi busca.

-Mi niña, regresemos, tengo algo para ti- Sonreír emocionada es lo que hago en estos días, ya que estoy siendo llena de regalos.

Tengo diez años y pertenezco a la tribu indígena Waulá ¿Has oído hablar de hambre o de sed o de contaminación ambiental? Yo no lo he oído, yo lo he vivido desde que nací, así que un

regalo puede ser la diferencia entre seguir respirando o acompañar a mi familia al mundo de los espíritus.

-¡dios del sol! ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!- En mis manos hay un cuaderno y un lapicero negro, es lo más caro y lo más valioso que he recibido.

-¿Te gusta?- Cordelia pregunta con una gran sonrisa en su rostro. 

Emocionada la abrazo.

-No lo olvidaste, muchas gracias Tata- Ella me dio un beso en el cabello.

-No lo haría mi niña ¿Eso estabas haciendo en la roca? ¿Escribiendo?- Su mano rozaba mi mejilla tiernamente.

-Sí señora. Algún día alguien leerá lo que he escrito y vendrán a ayudarnos. Ya no morirán más niños y tendremos mucha, mucha agua. Ya lo verás- Dije soñadoramente.

-Claro que sí Yima, sé que así será. Haz tu mejor esfuerzo-

Cordelia es la única que ha confiado ciegamente en mí, mientras los otros niños recurren a hacer cosas drásticas para sobrevivir, yo escribo. Debe haber alguien allá afuera que le interese poder ayudarnos.

Esta mujer, es mi Tata, en otras palabras, mi protectora. Todos los niños de la tribu tenemos un protector, que es aquella persona encargada de no dejarnos morir, su responsabilidad llega hasta que cumplamos once años, desde allí, se supone, debemos ser capaces de sobrevivir por nuestra cuenta. Los protectores se dividen en tres; los primarios que serían nuestros padres; los secundarios que serían nuestros abuelos y los terciarios que sería la comunidad.

Cordelia me encontró muriendo de hambre cuando tenía nueve años, al ser la mujer del cacique y no tener hijos me escogió para ser su protegida.

¿Mi otra familia? Es simple la respuesta: Todos están muertos. Sólo quedo yo, y corrí con suerte.

Yima: Una mirada de esperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora