Yima: Una mirada de esperanza

Un sueño cumplido

Años después

No he sido el mismo desde la muerte de Yima.

A pesar de ser un niño aún recuerdo con claridad el momento en el que la encontré en el suelo junto a su roca, sus dedos manchados de tinta y una sonrisa en su rostro cuando la llamé, sus palabras son lo que me han movido hasta el día de hoy, de hecho su única y última palabra.

"Ayúdalos"

Llegamos demasiado tarde, la vida de mi gran amiga se extinguió en mis manos, pues finalmente el hambre la mató.

Logramos recuperar todos sus escritos, entre esos una carta dirigida al mundo, la cual me encargué de que se conociera.

A partir de todo ello se descubrió que la corrupción fue uno de los principales motivos por los cuales esta tribu y muchas más, pasaban por situaciones precarias, ya que existían familias que se adueñaron por años del poder y de los recursos que el gobierno destinaba para ellos, yo las conozco como las dinastías del país.

He viajado alrededor del mundo contando la historia de Yima y de su tribu, con la esperanza de que no se repita una situación semejante en algún lugar y siempre termino mis discursos diciendo:

"Escuchar a un niño hablar, para muchos puede ser cansado e incluso fastidioso pues en nuestra sociedad es real el hecho de que en muchas ocasiones los niños son despreciados, pero, en este caso fue una niña la que logró el cambio, fue una niña la que reflejó una realidad social rodeada de problemáticas y desencanto."

En la actualidad, Yima es un reflejo de valentía, coraje y utopía. Aunque no logró verlo, ni sentir en su cuerpo alivio, su tribu pudo superarlo y las personas de todo el mundo estuvieron atentos a lo que sucedería con ellos.

Yima murió pero muchos vivieron gracias a ella. Por lo que, en honor a su esfuerzo y anhelo, se creó una ley que protege a las tribus indígenas y en cada una de ellas hay una escultura que no permite olvidarla.

Hoy es el último día en que visito su tumba. "Lo hiciste bien amiga, lo lograste."