Prólogo - Reglas del Juego.

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2033. Cualquier persona en el mundo, cualquier libro, cualquier cosa, lo definirá como: Punto de Colisión. Así se lo nombró. Punto en la historia en el cual todas las variables negativas existentes se fusionaron y provocaron que nuestro mundo colapsara.

Personalmente, no tengo ni idea de quién tuvo la culpa; varios economistas (demasiados) lo advertían y predecían, pero los políticos ignoraban las estadísticas y continuaban sumergiéndose en deudas -al igual que los ciudadanos corrientes-, el consumismo masivo favorecía la explotación humana, los precios no dejaban de subir con tal de financiar aquellas deudas exorbitantes, no se administraban responsablemente los recursos naturales (algunos de ellos fueron incluso cedidos a manos privadas y vendidos)... En fin, nada se hizo bien. La culpa fue de todos, todos contribuimos para que el 2033 llegase y arrasara con todo como si de un maremoto se tratase.

Recuerdo que, antes, muchos eran los que se burlaban abiertamente de aquellas personas con una pancarta con la inscripción "El fin está cerca". Hoy en día, no pueden ni mirarlos a los ojos. ¿Quién lo diría? Aquellos <<lunáticos>> estaban en lo cierto.

Ya no existe "clase media". Solía existir, cuando los matices entre el blanco y negro eran aceptados, mas, transcurrido el 2033, no quedó nada.

Para mí y mi familia todo transcurrió muy rápido.

En marzo del 2033 salí de casa temprano para asistir a clases. Mis padres fueron a sus respectivos trabajos y mi hermana mayor estudiaba en la universidad del otro lado del país, en California. Fue un día totalmente normal, hasta que, junto a mis padres, nos sentamos en el sofá de la casa para ver el reporte de las noticias esa noche. No existió más que una sola noticia aquel día: Crisis. Una crisis económica de enormes proporciones que afectaba a la economía "global" se desataba al desplomarse la bolsa de nuestro país. Así, como si nada, muy pocos eran los que comprendían qué estaba sucediendo. Lo único que los periodistas repetían sin cesar era que "el presidente se reunirá con miembros del gabinete", "nuestros economistas todavía intentan explicar los cierres en rojo", "miles de compañías en estos momentos se declaran en banca rota"...

Nadie sabía por qué, pero parecía como si el mundo hubiera decidido detenerse.

Muchos fueron los que maldijeron al término globalización; uno cae, todos caen. No había fondos, las reservas de la gran mayoría de los países no podían respaldar sus propias deudas, bancos privados cuyos intereses no habían logrado ser tan altos como para poder disolver el desajuste que había sido creado, las cifras en derivados financieros que no hacían otra cosa más que ennegrecer el panorama... Resumiendo, el dinero no era suficiente.

Se había creado un espejismo tan grande y una ilusión cuya percepción era tan real, que todos cayeron en un abismo. Mi padre comenzó a lanzar insultos al aire; según él, todos nuestros ahorros se habían ido por el drenaje. Mi madre llamaba repetidas veces al banco pero las líneas habían colapsado. Mi mente se había quedado en una clase de historia que había tenido unos años atrás, cuando se había conmemorado un siglo desde la crisis del 29. No sabía si lo que sucedía era algo similar a ello pero, con el tiempo, me di cuenta de que no era lo mismo; las consecuencias de la crisis del 1929 no habían sido nada en comparación al 2033.

Trataba de comprender la situación de la mejor forma pese a tener quince años en aquel entonces. Comencé a buscar información de inmediato con mi teléfono; quería comprender qué rayos estaba ocurriendo que todo el mundo había entrado en pánico y muchos ya comenzaban a saquear las tiendas y supermercados. En algunos puntos del globo, cientos de marchas y manifestaciones se gestaban. En otros sitios, interminables filas se trazaban en los bancos, con tal de retirar su dinero ya que las bases electrónicas estaban saturadas. Lo que nadie sabía, era que el dinero no era suficiente. El dinero era el problema. Y, el dinero, se esfumaría. Sin embargo, pese a esfumarse, los problemas se estancarían en la sociedad.

2033Donde viven las historias. Descúbrelo ahora