No me lo esperaba.
¿Qué esperabas entonces? ¿Un cuento de hadas?, me reprochó mi propio cerero. Pues, a decir verdad, no sé qué diablos esperaba, pero... sus palabras me tomaron por sorpresa.
Te lo dije, Paix, me reté a mi misma, por haber creído que Ámirov estaba interesado en mí, por haberme ilusionado con ideas absurdas cuando en realidad no había nada que sentir. Había sido una estúpida. Una vez más.
Y es que, estaba convencida de que cuando él terminase con toda aquella absurda manía de los nombres y sus ridículas ideas paternales, me sentiría mucho mejor. Sin embargo, mis pulmones se cerraron y se comprimieron lo más que pudieron, como queriendo desaparecer y hacerse diminutos.
Era una locura; me había decepcionado porque Ámirov no había pronunciado mi nombre. Algo estaba mal conmigo. Definitivamente, algo no funcionaba bien.
¡¿Estás loca?! ¡¿Te sientes mal porque una niña invisible e inexistente no lleva tu nombre?! Necesitas un psiquiatra. Mi mente continuaba con los reproches mientras yo continuaba mordiéndome la lengua y acumulando gotas irracionales de desilusión, las cuales pretendían convertirse en agua con la clara intención de llegar a mis lagrimales. Pero no lo permitiría. Ya había derramado muchas lágrimas, estaba harta de llorar.
¿Está acaso aflorando mi "instinto maternal"así como le ocurrió a Ámirov?, me cuestioné entre tanta confusión, sosteniendo aquel agónico silencio. De acuerdo. Esto es lo más estúpido que has dicho en tu vida. ¿Cómo vas a sentirte mal por no ser...<<madre>>?
Por fuera, las cosas estaban mucho más calmadas que dentro de mi cabeza, donde todo se encontraba en estado de alerta máxima y el caos reinaba entre preguntas, discusiones, reproches, rezongos, y un montón de revuelos más.
- ¿Qué?
La voz de Ámirov me desconectó con mi lucha interna y, para cuando regresé a la realidad, él todavía se encontraba allí, sin modificaciones, con sus brazos envolviéndome, demasiado cerca, sólo que ahora su ceño lucía fruncido.
Sentí que palidecía.
Ni siquiera había notado que había dicho algo, por lo que deseé escabullirme y correr, encerrarme en mi habitación así como en mi propia verguenza. Por eso me revolví de entre sus brazos, tratando de apartarme de él.
- Creo que es muy tarde, ¿sabes? Necesito dormir...
- Paix -Ámirov me estrechó hacia él, sujetando con sus manos mi cintura.
Lo detesté. Lo detesté porque quería escapar de él y de todo lo que me hacía sentir. Lo único que conseguía al permitirme esas emociones eran decepciones, y ya no quería más.
Vi cómo él juntó sus cejas. Ámirov estaba tratando de comprender qué me ocurría pero era algo que ni siquiera yo sabía. Había algo que yo no cuestionaba y era que tenía que marcharme porque sentir sus latidos sobre mi pecho era algo que estaba enloqueciendo a mi entusiasmado corazón, el cual se encontraba maravillado ante tal hallazgo. Al menos aquel puñado de músculos se sentía feliz dado que, en mi totalidad, yo estaba conmocionada. Nunca antes me había sentido así. Nunca.
- No me malentiendas -murmuró sin apartar la vista.
No pretendía hacerlo. Tenía en claro desde el primer día cómo sería nuestro vínculo, pero sus condenados juegos me confundían. Era consciente de que toda aquella baratija de Libra, ser padre y todo lo que él quisiera agregar no eran más que un par de bromas de muy mal gusto las cuales me guiaban a perder la razón porque Ámirov era tan buen actor, que a veces le creía.
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2033
Ciencia FicciónJamás creí que viviría para ver esto: -Cuatrocientas onzas a la una... ¿Desde cuándo los seres humanos poseen un precio? -Cuatrocientas onzas a las dos... Cierro mis ojos con fuerza, deseando que se trate de una pesadilla. -Cuatrocientas...