Capítulo 2

1.2K 102 6
                                    



Un par de horas más tarde Dean y Bobby regresaron. Dean se movía por la habitación hablando con Sam. Éste asentía ausente mientras deslizaba casualmente su cuchillo sobre la piedra de afilar. Dean siempre se pregunta qué es lo que piensa cuando tiene esa mirada a ninguna parte. A pesar de ello, sus manos se movían con soltura y Dean no pudo evitar sentirse orgulloso. Su hermanito tiene un talento natural con los cuchillos. Dean no puede recordar la última vez que falló un objetivo en movimiento, además le gusta hacer pequeños malabares con ellos.

-Preferiría que miraras lo que estás haciendo.

Sam salió entonces de su ensimismamiento y le miró, la travesura brillando en sus ojos. Movió la piedra de afilar en su mano izquierda y, ligera y expertamente, hizo girar la hoja muy cerca de sus dedos, manteniendo los ojos fijos en los de su hermano. Dean gimió llevándose una mano a sus ojos, pero asomando uno entre los dedos como un niño tramposo jugando al escondite. Sam se echó a reír lanzando el cuchillo hacia arriba. El cuchillo dio dos vueltas en el aire antes de caer de nuevo en su mano.

-Un día te vas a cortar y te acordarás de mi advertencia -Sam se encogió de hombros.

-Problablemente, pero hasta entonces, voy a correr el riesgo solo para molestarte.

Ante la expresión ofendida de su hermano, Sam rió de nuevo echando su cabeza hacia atrás, una carcajada abierta, sin preocupaciones. Dean adora esa risa.

-¿Dónde está Bobby?

-En el taller. Le he dicho que yo descargaría el coche, al viejo le crujen los huesos como si fuese a morir de artritis en cualqui...

Se calló bruscamente cuando Sam ampliando sus ojos, miró detrás de su hombro, y comprendió que Bobby estaba oyendo todo (imaginando que no de muy buen talante). Dean cerró los ojos deseando que se lo tragara la tierra, y luego se volvió dispuesto a darle una sonrisa incómoda, para descubrir que no había nadie.

Sam rió dando una palmada en el aire mientras Dean daba un suspiro de alivio.

-Sí, muy gracioso Sammy, te debo una, esta me la pagas enano.

-Estoy aburrido, ¿por qué no salimos a dar un paseo o algo?

-Sam, no digas tonterías sin previo aviso. Nada de paseos, ¿es que quieres recaer ahora que estás mejorando? tú te vas a quedar aquí. Puedes dedicarte a lo que te gusta, leer o..., pintarte las uñas, yo mientras seguro que puedo encontrar algo que hacer con tu portátil.

Se rió entredientes cuando Sam le miró sin llegar a entender. Entonces levantó una mano e hizo un obsceno gesto que no necesitó traducción.

-¡Dean, ni se te ocurra! -sus cejas dijeron: ¿qué te apuestas?

Al parecer Sam las oyó.

-Guarro.

-Mojigato.

*************

La próxima vez que Sam despertó, su padre estaba allí, a su lado, sentado en una silla mientras Dean recuperaba algo de sueño por las 2 noches en vela.

-¡Papá! -dijo Sam con asombro, aún sin poder creer lo que veía.

-Hola hijo, ¿qué tal te encuentras? 

-Bien- contestó mirando el corte que tenía su padre en la mejilla derecha.

-¿Tú estás bien? ¿Qué haces aquí? ¿Terminó la caza?

-¡Woa! poco a poco muchacho. Sí, estoy bien, solo un poco golpeado pero nada importante. Y sí, terminamos la caza bien. Oye, me ha dicho Dean que anoche estuviste a punto de entrar, y cito: "en combustión espontánea". Sam pareció un poco avergonzado y su ritmo cardíaco se disparó.

InvisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora