The Night We Met [Jeff Atkins - 13 Reasons Why]

Capítulo 14: Mis padres

Narra Giselle

–Giselle, ven un momento, por favor –escuché que gritaba mi padre.

–¡Voy! –respondí, saliendo de mi cuarto y bajando las escaleras –. ¿Qué pasa?

–Escucha, hemos visto que últimamente pasas mucho tiempo con ese chico... ¿cómo se llamaba? –miró a mi madre, haciéndose el que no sabía, cuando yo sabía perfectamente que sí sabía.

–Jeff –respondió mi madre.

–¡Eso! Jeff –dijo su nombre con un tono extraño.

–¿Y? –pregunté, secamente.

Hubo un silencio en la habitación.

–Queremos que lo traigas un día a cenar –soltó por fin mi padre.

–Solo para conocerle un poco más–completó mi madre.

–Ni de broma –contesté, nerviosa –. Llevamos saliendo solo un mes, ¿cómo voy a decirle eso? ¡Le voy a asustar! Además, ya le conocéis del día del baile.

–O le traes, o no sales hasta que acabe el curso. No hay más que hablar –terminó la discusión mi padre.

–¿Qué? –miré a mi madre, esperando que me defendiera, pero nada –. Joder –subí las escaleras a toda prisa, dirigiéndome a mi habitación.

–¡Esa boca! –gritó mi padre para que le oyese.

Le imité como forma de burla y me tiré en la cama boca arriba.

Hacía poco menos de un mes que habíamos quedado como novios, es cierto que también cuenta el tiempo que estuvimos no-saliendo-pero-sí-saliendo, pero aún así era demasiado poco.

Definitivamente, le iba a asustar.

–Oye, Jeff... –susurré.

–¿Sí? –respondió, parando la película que estábamos viendo en el salón de su casa.

Negué con la cabeza.

–Cuando terminemos la película te lo digo.

Volvió a ponerla, pero yo estaba pensando en todo menos en lo que ocurría en la televisión. Hacía más de una semana que mis padres me habían dicho que le invitase a cenar, pero yo aún no había encontrado el momento (ni el valor).

–¿Te pasa algo? –preguntó Jeff, parando de nuevo la película y poniéndose derecho, obligándome a quitar mi cabeza de su pecho –. Te noto distraída.

–Es que... –me quedé callada, pensando cómo decírselo.

–Sabes que me lo puedes contar todo, ¿verdad? –dijo cogiéndome las manos suavemente y mirándome a los ojos.

–Claro que sí –asentí –. En realidad no es nada grave, es solo que me da un poco de vergüenza.

–¿Vergüenza? ¿Qué puede ser tan...? –de repente se quedó callado –. ¡Oh, creo que ya entiendo! –en su cara se formó una sonrisa pícara, que me hizo entender lo que pensaba –. ¿No querrás que nosotros hagamos...?

–¡No es eso! –le corté rápidamente.

–¿Entonces no quieres que...? –preguntó, sin quitar esa estúpida sonrisa.

–No he querido decir eso... quiero decir... no digo que ahora mismo sí, pero más adelante... –noté como me sonrojaba –. ¡Eres un idiota, no estábamos hablando de eso! –le di un leve empujón y él rió y me abrazó.

–Lo sé, cariño, solo te estaba tomando el pelo –me dio un beso en la frente y me miró de nuevo a los ojos, poniéndose serio –. Ahora en serio, ¿qué pasa?