Uno

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"Un grupo de científicos ha emprendido el primer viaje interestelar a los planetas que orbitan TRAPPIST-1. Su misión: encontrar el nuevo mundo que dará cobijo a la humanidad.

Sin embrago, cuando están a punto de llegar, reciben un mensaje salido de uno de los planetas de aquel sistema, el cual los ha dejado sorprendidos."

* * *       

Tras varios años de criogenización, Lizzy Amber volvió a respirar con sus pulmones. Le costaba después de tanto tiempo funcionando gracias al soporte vital. Como bienvenida, el ordenador de abordo le había informado que mientras ellos estaban descansando tranquilamente en sus cápsulas de criogenización, la Tierra y todos aquellos que se habían quedado allí habían sido destruidos. Ya no quedaba nada. No tenían hogar. Ahora la humanidad vagaba sola en el espacio... en busca de su nuevo hogar: un planeta del sistema Trappist-1. La comandante, herida y sintiéndose extremadamente vacía, lloró en el más profundo silencio. Un silencio roto únicamente por los pitidos que emitía el ordenador periódicamente. Millones de personas se habían quedado en la Tierra, pensando que jamás sería destruida... Que jamás desaparecería. Ahora ya no existían, sus átomos se encontraban esparcidos entre el polvo estelar, perdidos en el cosmos.

—Ordenador, elimine todos los datos relacionados con la destrucción de la Tierra. Autorización Amber-Alpha-31259-B. —pronunció con la voz quebrada.

El ordenador emitió un pitido agudo que hizo eco en sus oídos. Ya no había vuelta atrás, ella era la única persona que conocía el verdadero destino de su planeta. Nadie más lo sabría, se aseguraría de ello. Sus labios estaban sellados.

Después de meditar, llorar, sentirse terriblemente desolada y gritar; consiguió volver en sí. Desactivó la criogenización de todos los tripulantes y la milicia. Jim Goldman se despertó sobresaltado, él era el piloto y segundo al mando de la Sweet Home. Lizzy le hizo las comprobaciones médicas pertinentes.

—¿Cuánto tiempo llevas despierta? —preguntó el hombre.

—¿Así es como saluda a su comandante?

—Lo siento, señora. Comandante, a su humilde subordinado le interesaría saber cuánto tiempo lleva despierta. —bromeó Goldman.

—Un poco más de rato que tú, hombre de oro. —rió la mujer al traducir su apellido.

—¿Has llorado?

—Estaba recordando lo lejos que estamos de... de la Tierra. —improvisó Amber.

—Sí, estamos tan lejos de ella... Cómo me gustaría comerme unas palomitas viendo una de esas pelis de naves espaciales y alienígenas locos.

—Pues va a ser que no, dieta de después de criogenización. —Amber le pasó una libreta con los platos adecuados.

Pasaron unos cuantos días hasta que todos se pudieron estabilizar. Decidieron no despertar a los colonos. Lo mejor era despertarlos en cuanto estuviesen preparados para establecer la colonia. Enviaron sondas a los distintos planetas que se encontraban en la zona habitable de la estrella. Solo uno de ellos era apto para la vida humana, el planeta e. Los otros dos o tenían una atmósfera muy débil o muy cargada de gases tóxicos. Posteriormente enviaron un rover para investigar la superficie del planeta y confirmar que realmente se podía respirar. Aquel planeta era una belleza a la vista. Podían distinguirse los distintos continentes rodeados de océano y cubiertos de verde.

—¿Ve eso comandante? —preguntó la jefa del departamento de exobiología señalando las imágenes del planeta.

—Lo veo, teniente. Parece vegetación.

—Es vegetación. Vida. Vida extraterrestre. —la mujer no pudo contener su alegría y soltó un chillido de ilusión.

—Vida... El planeta e está deshabitado, ¿no es así? —consultó la comandante.

—Confirmado. —contestó el ordenador.

—¡Señora! E-estoy recibiendo una señal... —exclamó un cadete.

—Eso es imposible. Ordenador, confirma. —dijo Jim.

—Confirmado. —contestó la voz metálica.

Sin decir nada, el cadete aumentó el volumen de manera que todo el mundo pudiese oír la señal. Se trataba de una serie de pitidos ordenados, no eran estridentes. No molestaban, parecía algún tipo de saludo.

* * *

—¿Puede tratarse de algún tipo de radiación? —preguntó el gobernador bebiendo un café humeante.

Aquel hombre era el político más importante de la nave, la comandante había decidido que lo más lógico sería despertarle y ver qué opinaba. Una vez que la colonia estuviese establecida en el planeta él sería la máxima autoridad. Pero en la nave, la máxima autoridad era la comandante Lizzy Amber. 

—La estructura es demasiado compleja para tratarse de un simple fenómeno natural. —respondió la exobióloga después del silencio incómodo.

—¿Quiere decir que se trata de vida inteligente? ¿De alienígenas? —se sobresaltó el hombre.

—Señores, por favor... No perdamos la cordura. No podemos saberlo. Aún tenemos que hacer comprobaciones. Opino que lo mejor que podríamos hacer es irnos a dormir. Mañana ya nos encargaremos de esto. 

Lo cierto era que, desde que Lizzy se había despertado, todos sus sentimientos se mezclaban al azar, sin ningún sentido... Agotándola y apresándola. Por primera vez en su carrera sentía claustrofobia en esa enorme nave que les servía de hogar provisional. Sintió cómo una lágrima amenazaba con deslizarse sobre su mejilla. Cogió aire y se dirigió con paso decidido hacia su camarote. En el camino, se vio obligada a apoyarse varias veces en la pared, no era capaz de mantenerse de pie sin marearse.

Lloró, lloró tanto que se quedó sin voz, sin lágrimas y sin sentimientos. Estaba tan vacía que le parecía que el vacío del espacio amenazaba con succionarla. Sin darse cuenta se quedó dormida abrazada al cojín que había estrujado en su llanto. 

En sus sueños, una niña le saludaba. Era una niña de facciones perfectas. Iba vestida con una túnica blanca brillante, hecha de luz. Se acercó con pasitos lentos y firmes.

—Hola, ¿cómo te llamas? —preguntó Amber.

—Tú eres vida, al igual que yo.

—No lo comprendo.

—No puedes, pero debes. Olvida quién eres, vuelve a ser lo que eras.

—No te entiendo, ¿qué dices?

—Debes entender. Soy vida.

Amber se despertó sobresaltada. Sentía que esa niña era real, no un simple producto de su imaginación. La niña existía, ¿quién era? Eso es algo que aún no era capaz de comprender. Llamó a los oficiales que estaban en el turno nocturno y les ordenó establecer una órbita alrededor del planeta e.  

Sweet Home | 6º puesto en Concursos Sci-FiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora