Capítulo 20

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Fierce se la llevó enseguida a su habitación mientras que ella soltaba una serie de improperios no propios de una dama tratando de salirse de su agarre.

—¡Suéltame! -gritó una vez más al borde de las lágrimas-.

Esta vez no iba a caer ante sus pies, anteriormente había aceptado su destino, pero ya no lo haría más, se libraría de Fierce y se iría de allí.

Tenía una vida fuera de esos muros y no la perdería por un hombre que aunque amaba él no la respetaba.

  —Callista...

—¡No! te dije que me sueltes.

—No voy a soltarte -gruñó-.

Ella trató de arrancar los dedos de su piel pero gimió furiosa cuando no pudo librarse de su agarre entonces no le quedó otra más que golpear su mejilla en un vago intento porque la soltara.

Tanto él como ella quedaron en una especie de shock que los dejó mudos y sin moverse, con la mirada fija en ambos.

Tratándo de aparentar ser fría Callista habló:

  —Te dije que me soltaras, no vuelvas a ponerme una mano encima Fierce.

Fulminándolo con la mirada se dio la vuelta y buscó el baño de donde no salió incluso cuando arrepentido por su arrebato Fierce golpeó la puerta disculpándose.

Toda la noche sus recuerdos la atormentaban y los absurdos pensamientos rodeaban su cabeza, Fierce con Bee, Fierce con Tabbitha... las lágrimas caían libres por sus mejillas arreboladas, era una estúpida y se merecía aquello por enamorarse de ese macho que no estaba destinado desde el primer momento para ella.

Se preguntó que hubiera pasado si Valentina en su lugar se casaba con Fierce pero solo el pensarlo le hizo doler el corazón, ¿Por qué Valentina había huido dejándola con toda esa carga?

Eran hermanas, siempre habían hecho todo la una por la otra ya que su madre había muerto, ambas eran muy unidas por eso es que aun no podía creer que su hermana la hubiera engañado de tal forma.

Fierce no estaba de la mejor manera tampoco, permanecía del otro lado de la puerta del baño sentado a la espera de que ella saliera, había olido el olor amargo de sus lágrimas y escuchado sus lastimeros sollozos, se odiaba.

Se odiaba por haberle hecho daño, por hacerla llorar, era un idióta.
Se maldijo y al ver la hora en el reloj de pared se levantó ninguno de los dos había dormido y el tiempo había transcurrido deprisa. Se dirigió hacia la cocina y preparó su desayuno en cuanto estuvo listo volvió a la puerta del baño y tocó.
—Callie, el desayuno está listo.
Después de un largo silencio ella contestó.
—Pues cometelo y déjame en paz.
—No puedes estar eternamente en el baño —dijo frustrado-.
—Tienes razón.
La escuchó moverse y segundos después abrió la puerta,  su corazón dió un vuelco al verla tan pálida y ojerosa, quiso abrazarla pero ella al ver sus intenciones se apartó y caminó hacia la habitación minutos después la vio salir con ropa limpia en las manos y otra vez entró en el baño.
Su  indiferencia lo estaba matando.
Escuchó como se bañaba y cuando el sonido del agua cesó supo que se estaba vistiendo.  Efectivamente 3 minutos después ella salió volviendose a topar otra vez con él frente a frente sin embargo lo rodió sin mediar palabra.
—¿A dónde vas?
—Al  comedor.
Fierce apretó los dientes.
Muy bien, ella había rechazado su desayuno.
Si quería que lo perdonara tendría que hacer mucho más por ella.
Algo más drástico.
Todo por ella, porque se lo merecía.

***

En vez de ir al comedor Callista se dirigió a la oficina de Justice North necesitaba saber qué había pasado con su padre y su hermana pero más que nada necesitaba saber su situación en el homeland. Para su buena suerte Justice la recibió rntonces ella decidió contarle cómo es que Fierce y ella se habían casado.
—Entonces ¿No eres la compañera de Fierce?
Aunque le dolió aquella pregunta negó con la cabeza.
—No,  ¡Pero le juro que yo no sabía nada de lo que pasaba!
Justice sonrió comprendiendola.
—¿Fierce no te lo dije?  Estamos investigando sobre su caso,  sin embargo ambos estamos casi seguros que tu no eres parte de esto.
Callista frunció el ceño.
¿Fierce le creía? ¿Por qué nunca le había dicho nada?
—¿Qué pasará conmigo después de que estén seguros?
—Es tu decisión Callista,  pero si me permites darte mi opinión,  sería más seguro que te quedaras,  pueden enterarse de que eras esposa de uno de nosotros,  no podemos protegerte afuera pero si aquí.
Callie asintió no obstante no supo que hacer, su vida estaba afuera del homeland, lejos de Fierce.
—¿Puedo pedirle un favor más señor North?
El macho sonrió y asintió.
—Pero llámame Justice.
Fue su turno para asentir entonces habló sonrojada.
—Como sabes Fierce yo no nos casamos por lo que se casan el resto de las parejas así que quería pedirle algún otro lugar dónde vivir,  no quiero seguir incomodando.
Acto seguido Justice se levantó de la silla con aspecto severo que la hizo encogerse.
—¿Acaso Fierce te ha hecho daño?
Si.
Quería decir pero seguramente eso lo metería en problemas así que negó.
—Sólo quiero mantenerme alejada.
Justice suspiró aliviado,  ambos estrecharon la mano y él asintió.
—Breeze se ubicará,  estarás bien Callista.
Finalmente ella sonrió agradecida,  Justice era un ángel salvador.

***

—Tranquila pequeña humana,  te prometo que Kit y Bee están muy lejos de tu habitación —Le giño un ojo-.
Le caía muy bien esa hembra nueva especie.
—Muchas gracias Breeze.
—No tienes porque darlas,  ahora voy a buscar tus cosas.
Callista la vio salir y suspiró.
¿Cómo se tomaría Fierce su partida?
¿Por qué sus pensamientos aunque lo evitaba volvían siempre a él?
Suspiró apoyando su cabeza a la cama,  estaba tan cansada que no pudo evitar dormirse enseguida.
—Está dormida ¿A caso no la vez? —dijo molesta Breeze-.
—¿Por qué...?  Maldita sea.
—Callate ya y largo Fierce.
—Ella es mi compañera —refunfuñó-,  no puede quedarse aquí,  su lugar es conmigo.
Breeze arqueó una ceja divertida y negó con la cabeza.
—Largo Fierce.
—Pero...
—Vete,  luego habla con ella.
Él asintió derrotado.
—Muy bien,  dile que la esperaré en la noche en el lago.
—Le diré.
Asintió la hembra.

***

—¿No irás? —preguntó Breeze boquiabierta-.
—¿Para qué? No tenemos nada de que hablar.
—Yo creo que deberías ir,  parecía importante.
—No importa,  no me importa Fierce ni lo que tenga que decirme,  ¿Vamos ya?
Breeze hizo una mueca y asintió para ir ambas al bar.
Fierce tenía más de una hora esperándola sentado frente al lago,  se sentía ridículo y tan solitario.
Katryna lo había ayudado a preparar la comida favorita de Callista,  habían llevado una mesa y un par de sillas,  Katryna le había dicho que debía ser más romántico entonces las había obligado a poner la mesa y como si fuera poco hizo que se vistiera como el lo llamaba:  un pingüino,  con saco y corbata entonces ella se había ido emocionada diciéndole que al otro día tenían que contarle todo con detalles.
Pero el único detalle que le contaría ya que ella no había llegado,  pensó con pesar.
La lluvia comenzó a caer furioso arruinando todo y él tuvo que irse a refugiar en su hogar.
Suspiró.
Su hogar era dónde estuviera ella.
Fierce maldijo acostándose en su cama aún con la ropa mojada y cerró los ojos, antes de dormirse pensó en cuanto la echaba de menos.

135 (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora