Capítulo 11

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Y ahí estaba yo, con los ojos cerrados luego de soltar esas palabras al aire. Mis labios se movían lentamente sobre los de mi acompañante, saboreaba y disfrutaba cada parte de su fina boca sintiendo como ambas se entrelazaban a la perfección sin ningún tipo de problema.

Ambos teníamos controlada la respiración y eso lo agradecía infinitamente, ya que no quería separarme aún de esa comodidad; los dos habíamos esperado este momento por mucho tiempo, no podía acabarse así como así.

Un pequeño sonido salió del sillón gracias a que el cuerpo de Dante comenzaba a removerse sobre el para acercarse más a mi persona, una de sus manos se posó sobre mi mejilla mientras que la otra iba directamente hacia mi cadera para acercarme a su anatomía. 

Se separó unos centímetros para dejar escapar su agitada respiración, abrió los ojos y miró directamente los míos que estaban recién abriéndose.

Sonreí.

—Ya habíamos esperado bastante, ¿no? —Pregunta y hace que ría.

—Pues sí —Asentí mordiendo mi labio inferior— Y lo peor es que no sabemos el porque nos alejábamos.

—¿Perdón?, ¿alejábamos? —Alza su ceja derecha— Oh claro que no, niña bonita —Niega— Tú eras la que miraba en otra dirección o me ofrecías botanas —Arruga la punta de su nariz.

—¡Bien!, yo fui la que no quería —Sonreí divertida— Pero por favor no preguntes el porqué, porque ni yo lo sé —Hice una mueca rascando mi nuca.

—No te preocupes por eso, cariño —Acaricia mi labio inferior con la yema de su dedo pulgar y acorta nuevamente la distancia entre nuestros labios dando un pequeño beso— Ahora lo importante es que me permites hacerlo —Toma mi mano derecha para entrelazar nuestros dedos.

Sonreí, Dios, si me gustaba esto, pero no quería fallarle, no quería entregarme a otra persona si es que Dante no podía llegar a tiempo alguno de éstos días. Su trabajo comenzaría a ponerse más pesado de lo normal. Tenía razón, se acercaba navidad y gracias a esa época se dispara todo.

—¿En qué piensas? —Su adorable voz me saca de sus pensamientos, guía mi rostro al suyo —¿Pasa algo? 

Negué.

—Solo son cosas mías, ¿sí? —Acaricié su mejilla— Tú no te preocupes

No quería sacar ese tema de conversación porque sabía muy bien que se iba a sobre exigir y eso era lo que menos quería.

—¿Quieres hacer algo? —Pregunté animada mientras me acomodaba en el sofá.

—Desearía irme de aquí y llevarte a algún lugar —Gruñe levemente.

—Hey niño bonito, si puedes hacerlo —Alcé ambas de mis cejas en un movimiento divertido.

—Tendría que hablar con Marian —Acaricia su mentón— ¿Crees que me deje? —Se estira de brazos.

—Claro ¿por qué no?, recuerda que somos damas de compañía —Me senté derecha— Además de que somos prostitu —No dejó que acabara.

—No digas eso —Frunce su ceño— No has estado con nadie, ni si quiera conmigo, esa palabra no va con tu persona, Michelle —Su mandíbula se tensa.

—Tranquilo —Sonreí con ternura— Sé que no lo soy —Puse una de mis manos sobre su mejilla — Pero eso dice mi trabajo —Besé la punta de su nariz. 

Rió a la vez que la punta de su nariz reaccionaba ante mi estímulo.

—Entonces vamos —Se levanta tomando mi mano, pero luego niega— Cámbiate —Me mira.

¿Quién lo diría?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora