Capítulo 12

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No podía parar de reír, el desastre que teníamos en la cocina era inimaginable. Había harina en todo el mesón, ¡ni si quiera necesitábamos harina!, pero es que se me dio la posibilidad y la tomé.

—¡Ves porqué quería llamar a un delivery! —Reía mientras pasaba su mano derecha por su rostro.

—Admite que fue divertido, además que la deliciosa lasaña ya está en el horno —Generé un puchero.

—Pero tú no te salvarás de ésto, tenemos el jodido infierno en la cocina. Y me ayudarás a limpiar, ¿vale? —Reía.

Pequeñas arrugas se le formaban a los lados de sus ojos, unas muy pequeñas margaritas se formaban a los costados de su boca dándole un aspecto completamente hermoso, ¿y qué decir de su sonrisa?, sus hermosos dientes la hacían ver completamente deseable.

—Uy lo siento, cariño, pero a mí me quedan —Miré el inexistente reloj en mi muñeca izquierda— cuatro horas contigo —Bromeé.

—Me da igual, pago por ti otras horas más —Se acerca de forma peligrosa a mi cuerpo— No saldrás tan fácil de aquí, nena. Mi cocina tendrá que quedar más brillante que mi futuro —Sus manos se apoderan de mi cadera.

¿Y es qué eso es posible?, su futuro ya es bastante brillante, pero todo esos pensamientos se fueron al carajo cuando sus manos estuvieron en esa parte de mi cuerpo.

Tragué saliva sintiendo como los vellos de mi nuca, junto a los de mis brazos se erizaban por completo.

Mis ojos se cerraron de forma inmediata tras sentir como sus labios comenzaban a moverse en la zona tan sensible de mi cuello; mis ojos se apretaron y es que era una sensación completamente nueva.

Un constante calor crecía en la zona de mi vientre y se volvía en pequeños cosquilleos, mi respiración comenzaba a aumentar.

Mis manos se posicionaron sobre sus brazos para poder sostenerme de algo, jadeé repentinamente tras sentir como sus dientes presionaban parte de mi piel.

—Dante —Musité bajo parpadeando unas pocas veces.

—Shh —Subió sus labios hasta posicionarse sobre mi mandíbula, luego fue hasta mi oído— Tenemos tiempo —Pude sentir como una sonrisa ladeada aparecía en su rostro.

—No —Balbuceé unos segundos- Claro que no —Comenté nerviosa— La lasaña —Tragué saliva— Se quemará de seguro —Reí.

Noté como un suspiro pesado salía de sus labios, al igual que sentí como su frente se posicionaba sobre la mía. Abrí mis ojos para poder ver los suyos, pero me di cuenta de que éste los tenía cerrados y su rostro se notaba sereno.

Hice una pequeña mueca al pensar que tanto podía estar resistiéndose al estar con una mujer, incluso se me pasó por la mente de que quizá había estado con otras sin que me haya contado. Y es que ¿qué derecho tenía yo sobre él?

—Lo siento —Sonreí afligida. Sus ojos se abrieron y pude notar que ese hermoso brillo aún seguía allí.

—No te preocupes, cariño —El tacto de su mano derecha inundó mi mejilla izquierda— Te entiendo —Sonríe, debo decir que esa sonrisa me tranquiliza.

—Gracias por entender, pero es que en verdad —Rasqué mi nuca— Toda ésta situación me pone nerviosa, es un tabú todo ésto del sexo —Comenté abiertamente.

—Yo derribaré ese tabú, Michelle, tarde o temprano lo haré —Besa corta mente mis labios.

¿Cómo tenía que tomar aquellas palabras?, no lo sabía, pero mi corazón al parecer las captó perfectamente, éste brincaba rápidamente golpeando mi pecho sin importar que a mí esa sensación llegaba a asfixiarme.

¿Quién lo diría?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora