Cap. 5.4 - Leónidas

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Leónidas



El enemigo se acercó sin mostrarse agresivo aún, los miró uno a uno con acentuada excitación en la mirada. Parecía ser el mismo hombre que Lance vio en el lago del Castor en Gales, cuyo reflejo en el lago era de una criatura demoniaca y gigantesca de ojos brillantes, el mismo que alguna vez apareció en sus pesadillas.

— Es un demonio — repitió Lance y los galeses no supieron cómo interpretar aquella frase, pero igualmente se intimidaron y retrocedieron un poco. Al mirar mejor al enemigo, solo vieron a un extraño hombre de gran altura, poca carne y ojos enfermos.

— Por fin sales de tu ratonera, Mislav, guerrero blanco — dijo el enemigo y todos quedaron confundidos ante tal afirmación, pues no esperaban para nada aquella referencia —. Te buscamos por todo el mundo, pero eres un perro escurridizo. Sin embargo, ahora por fin te muestras después de quince años.

Alaris y Marc intuyeron que aquel ser no estaba ahí en busca de los príncipes sino por algo más y solo retrocedieron un poco para escuchar y entender. Nadejha y Kiara se colocar detrás de Lance, a muchos metros de distancia del enemigo.

— Eres muy mal buscador, temo decir — le respondió por fin Mislav sin tener una idea clara de quién era aquel extraño guerrero y enseguida el demonio respondió.

— Pues ahora ya sabemos dónde has estado todo este tiempo. Te escondiste en Bangor bajo las faldas de los monjes por diez años y luego en las montañas, como si fueras una rata... pero se te acabaron las opciones guerrero blanco, no podrás seguir huyendo y deberás entregar lo que te robaste.

El eslavo lo encaró con la espada en alto.

— ¿Si no lo entregué antes, que te hace pensar que lo haré ahora?

El ser desenfundó su espada y mostró el filo dentado y brillante de la hoja de metal. Le dio algunos giros presumiendo habilidad y sonrió asqueroso mostrando su lengua negra babosa. Todos sentían su extraño olor y de algún modo entendían las palabras de Lance cuando dijo que era un demonio, pero se negaban a creerlo. El ser lanzó entonces su primer golpe y lo hizo a una velocidad que apenas pudieron seguir con los ojos. Su espada golpeó a la de Mislav y lo hizo retroceder lanzando algunas chispas al aire. El brazo del eslavo quedó tembloroso por el poderoso impacto y Nadejha lanzó un ahogado grito de terror.

— Soy Leónidas, cazador de almas y te exijo que entregues lo que le robaste a mi maestro. Entrégalo y las vidas de todas estas personas serán perdonadas.

Mislav dio un paso atrás y miró a Marc a la par que anunciaba.

— Es muy fuerte, tengan cuidado.

Pero tal advertencia al parecer provocó que el caballero galés se llenara de coraje y valentía y sin perder tiempo se lanzó al combate contra aquel siniestro ser. Los ataques de Marc fueron veloces, pero Leónidas los detuvo con suma facilidad.

— Espera Marc — gritó Alaris —. Si este hombre está buscando algo que le robaron, entonces no es nuestro problema. Supongo que es Svarog es quien debe responder.

Y Marc:

— Y Svarog seguramente nos aclarará el asunto... pero una vez que hayamos matado a este maldito.

Entonces el caballero se lanzó de nuevo al combate y el príncipe supo que no tenía más opción que pelear.

Ambos atacaron a Leonidas y este sonriendo los enfrentó. Frenando los golpes de ambos y luego dio un salto hacia atrás para evadir la embestida de Mislav. En verdad era fuerte pero su agilidad era aún más sobresaliente y su danza de guerra era parecida al movimiento de una serpiente.

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