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Camino rápido entre las calles ocupadas sujetando con fuerza el pequeño bolso que contenía estupideces básicas de una chica de quince años.
Esquivo a la gente y paro en uno de los tantos semáforos de la ciudad.
Muerdo mi labio y miro a la chica de mi lado, su vista se encaja en el suelo y me encojo cuando su visita se fija en mi, me dedica una sonrisa cansada, siento mis mejillas arder y sacudo la cabeza escondiéndome de su penetrante mirada.
Pongo un pie en el andén, pero varios frenazos y gritos ahogados me sobresaltan, lo único que siento realmente es esa mano desconocida agarrándome el brazo firmemente salvandome de una inminente muerte.

-Gracias.- Susurro con los ojos extremadamente abiertos.
-De nada, chica.- Dice mostrando una bonita sonrisa.- Pero ten cuidado la próxima vez ¿No has visto que estaba en rojo?
-Yo, yo pensé...-Tartamudeé intentando inútilmente explicar que yo no vi rojo, si no ambar.
-Uh...- Miré a la chica que rascaba su cuello.- No importa, solo vigila la próxima vez, puede que yo no esté allí.

La chica de ojos verdes me dedicó un ultimo gesto antes de cruzar la calle, donde algunos curiosos se acercaban para comprobar que estuviera bien.

-Espera.- Grité haciendo que se girara lentamente con una expresión de confusión.-¿Nos conocemos?

Desde el otro lado su silueta se acerca a mi, comenzando una divertida conversación fluida. Sin darnos cuenta, comenzamos a caminar sin rumbo con miradas furtivas, como si nos pasáramos notitas secretas en clase.

-Lo único que puedo decir es que fue un gusto conocerte.- Confesó agarrándome desprevenida.

Daltonic- Lauren JuareguiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora