Como si nada hubiera pasado

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Rodrigo cogió su bandolera y esparció su contenido sobre la mesa de escritorio de Salima. Luego, los dos amigos se acercaron a ella y se inclinaron para ver mejor lo que había caído sobre su superficie: rocas pequeñas, una pluma de gaviota, un trozo de cuerda, un papel en blanco...

—Este libro es... —Salima alargó una mano hacia el volumen encuadernado en cuero verde con letras doradas que reposaba junto al resto de objetos.

Rodrigo asintió.

—Sí. La interpretación de los sueños.

—De Sigmund Freud.

—¿Ves ya por dónde va la cosa?

Salima abrió el libro sin responder y lo hojeó durante unos segundos. Alzó un poco las cejas al comprobar que estaba lleno de post-its con anotaciones.

—... Has estado documentándote de lo lindo, por lo que veo —comentó, con sincera admiración. Rodrigo se encogió de hombros, sin darle mucha importancia, y ella empezó a leer un pasaje en voz alta—. "En tiempos que podemos llamar precientíficos, la explicación de los sueños era para los hombres cosa corriente"... ¿Precientíficos? ¿De cuánto tiempo estamos hablando?

—La verdad es que de mucho: hasta cuatro mil años. He leído que se conservan registros de la interpretación de los sueños de más de 3800 años de antigüedad.

—¿Tanto? —exclamó Salima, sorprendida—. Creía que sería algo más reciente. De la Grecia clásica, como mucho.

—Pues parece que no. Aunque también en esa época se daba mucha importancia a los "mensajes" oníricos. De hecho, los sueños tuvieron relevancia en las artes adivinatorias, la religión, la política e incluso la medicina de muchos puntos del globo hasta el siglo XVIII. Para que veas.

—¿Y después?

—Después... nada, los investigadores dejaron de sentir interés por ellos. Los consideraron poco más que productos de la ansiedad, o la indigestión, según el caso.

—Hasta que llegó Freud, supongo.

—Tú lo has dicho. Fue Sigmund Freud quien, a finales del siglo XIX, revivió la importancia de los sueños y revolucionó su estudio. Y de ese propósito surgió buena parte de su teoría del psicoanálisis.

—Recuerdo haber leído algo sobre eso mientras investigaba el origen de mis poderes. No me sirvió de mucho, pero es una lectura interesante. —Salima devolvió su atención al libro—. "Lo que de ellos recordaban al despertar era interpretado como una manifestación benigna u hostil de poderes supraterrenos, demoníacos o divinos". Ah, sí, he oído hablar de eso: los oráculos de Grecia, sin ir más lejos.

—Nada más enigmático que revolver las entrañas de un animal para interpretar el porvenir.

Salima pasó unas páginas más, leyendo por encima, y cerró el libro. Miró a Rodrigo con una sonrisa divertida.

—Estás de un gracioso insólito en ti, Herrera. ¿Es esa la manera que tienes de expresar tu cinismo, o quizás sigues preocupado por lo de antes? —Rodrigo no respondió, y ella alzó una mano—. Si es por eso, ya estoy mejor, de verdad. No pienses más en ello. Lo importante ahora es que organicemos nuestras ideas sobre este asunto... A ver, entonces dices que la interpretación de los sueños es una práctica que se repite, con uno u otro objetivo, en las distintas épocas y culturas, ¿no?

—Así es. —Rodrigo decidió dejar a un lado la consternación que sentía por el estado de ánimo de su amiga y se centró en resumirle la información que había reunido en las anotaciones del libro, que Salima acababa de devolverle—. En la antigua Grecia, los sueños se consideraban mensajes de los dioses. En China, en cambio, se creía que el alma humana deja el cuerpo por las noches para ir a una realidad aparte, al mundo de los sueños; por eso decían que no se debía despertar a los dormidos bruscamente, o su alma no tendría tiempo de regresar al cuerpo... En Transilvania había una creencia parecida, y se protegía la boca de los niños dormidos para que su alma no saliera por ella. Algunas tribus indígenas de Sudamérica veían los sueños como otra dimensión en la que vivían sus antepasados, que se manifestaban en formas no humanas, e incluso hoy en día, entre algunos pueblos del Amazonas y los aborígenes australianos, se incorpora la interpretación onírica a su sistema de creencias y su organización social.

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