El rey de los malditos

II

   Sven no sabía si todo eso que estaba pasando era real, parecía un sueño. Pero luego de la presentación tomo la iniciativa.
–Ahora pasemos a lo que realmente me importa... Estoy en medio de una guerra, de la cual se podría decir que eventualmente perderé –Por dentro rogaba que todo saliera como lo tenía planeado– Quiero que me ayudes a ganar la guerra.
–Te ayudaré a ganar la guerra, pero necesito obtener algo a cambio –Los susurros se intensificaron en la biblioteca y parecía que el ambiente se volvia más frio y hostil– A cambio de mi libertad...
–No, acaso crees que soy tonto?... Si te dejo libre podrías lastimarme –Sabia muy bien el peligro que corría al hacer todo eso– Ayudame a ganar la guerra y obtendrás el alma de todos los que mueran durante las próximas batallas.
–Trato hecho.
   Los susurros desaparecieron, los ojos del demonio se tornaron rojos y de ellos comenzaron a brotar sangre. Un olor putrefacto inundó la biblioteca. Sven comenzó a marearse y cayó inconsciente, lo último que pudo ver fue una especie de sonrisa en lo que parecía ser la cara del demonio.
   Ya había amanecido cuando el rey despertó. Tenía un dolor de cabeza insoportable y el cuerpo adolorido. Sven estaba convencido de que todo lo que había pasado en la anoche formaba parte de un sueño, pero estaba completamente equivocado. Al incorporarse, su mirada se tornó sombría, vio el pentagrama en el suelo y en el medio se encontraba la vasija en la cual se alojaba astaroth. Ese mismo día el joven rey prohibió a todo el mundo la entrada a la biblioteca.