IV

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   Pasaron las semanas, el joven rey seguía sin poder idear un plan que sea asequible para transformarse en el rey del infierno. Una noche el Sven se despertó de la nada, la habitación estaba helada, su esposa no se encontraba en la cama, por lo tanto, estaba completamente sólo en la oscuridad. Comenzó a sentir que alguien lo miraba, por alguna razón se le hacía imposible moverse, trato de gritar, pero lo único que pudo expresar fue un pequeño sordo alarido, que lograba mezclarse con el silencio sepulcral de la habitación. Esa paz no duró demasiado, el rey comenzó a escuchar que alguien subía las escaleras. Sentía que algo andaba mal, los pasos se detuvieron detrás de la puerta. Los segundos pasaban y no se escuchaba ningún ruido, Sven podía sentir el latir de su corazón, que cada vez era más rápido. De repente un chirrido metálico penetró sus oídos. La puerta se abrió de golpe, pero para su desgracia, por la antorcha que se encontraba en la escalera, se dio cuenta que detrás de la puerta no había nada. El corazón le dio un vuelco. Por alguna razón incomprensible, empezó a girar su cabeza lentamente hacia su izquierda, y entonces, el monstruo que se encontraba agachado al lado de la cama, se tomó su tiempo para sonreirle de forma grotesca, era un ser abominable, su cara era blanca y sus ojos grandes con una negrura escalofriante, el monstruo respiraba de forma lenta y profunda, Sven quería gritar pero seguía sin poder hacerlo, no podía quitarle la vista de encima. El engendro acercó su cara hasta quedar a escasos centímetros del joven. En ese momento esbozo una sonrisa aun más grande y espantosa. El ser comenzó a respirar cada ver más rápido, casi de forma histérica y parecía que entre sus colmillos trataba de reprimir las carcajadas.
   Sven despertó con la respiración agitada, su corazón latía más fuerte que nunca. Estaba impregnado de sudor. Se quedó mirando el techo durante unos minutos hasta que consiguió calmarse.
   El joven rey padeció muchas situaciones similares durante el pasar de los días. Una mañana al despertar de un sueño, se encontró a si mismo en la biblioteca. En un rincón noto una figura familiar, era Astaroth. Sven estaba muy confundido, pero pronto sus dudas pasaron.
   Astaroth le contó que en el infierno intentaban matarlo por culpa del pacto que había hecho. Sven se mostró indiferente. Pero fue entonces cuando vio una oportunidad para cumplir con sus deseos. El demonio le ofreció ayuda a sven, le prometió ayudarlo a matar a todos y cada uno de los demonios mientras aún tenía la impunidad. El rey se interesó en la propuesta, sabía que el demonio estaba desesperado. Para sus adentros, Astaroth pensó que si ayudaba a alguien a matar a todos los demonios, tal vez Dios vea que se equivocó al juzgarlo durante la caída de los Ángeles. Creía que tal vez recuperaría su lugar en el cielo.

El rey de los malditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora