Pasaron los meses, Sven había ganado la guerra y en el reino sólo había abundancias. Se dice que durante la guerra, los invasores morían de formas extrañas. A veces en el medio del campo de batallas, explotaban, dejando extremidades y órganos esparcidos por todos lados. Incluso los soldados comentaban que los invasores comenzaban a expulsar sangre por los ojos y boca hasta desangrarse sin la necesidad de que alguien los tocara o lastimara de una forma. Sven sabía la razón de todos esos hechos.
El joven rey no había vuelto a hablar con Astaroth, ni tampoco solía pensar en lo que había sucedido aquella noche.
Un día Sven tuvo un sueño, donde se veía a si mismo sentado en un trono blanco como la porcelana, ese trono se encontraba en lo alto de un lugar inhóspito, donde había una oscuridad que parecía infinita, el paisaje estaba decorado de alta columnas y sólo se sentía el frío. Pero al bajar la vista, sven pudo ver a miles de monstruos, como si fueran seres de sombras, que se regocijaban y lo alababan. Sven era un rey, pero no cualquier rey; El joven era el rey del infierno. Al despertar con la calidez del Sol en los ojos, no podía dejar de pensar en el sueño, Sven estaba siendo consumido por una idea horrible.
Al anochecer el rey estaba completamente decidido de lo que quería, recorrió precipitadamente el castillo hacia la biblioteca, pero al llegar, se quedó plantado mirando la puerta. Sentía que había algo diferente, pero Sven creía que era su imaginación. Giro el pomo de la puerta y se adentró en la penumbra, camino lentamente. A el rey le parecía que todo estaba más siniestro que la última vez, había un silencio funerario. Visualizo la vasija a lo lejos y se acercó lentamente. Con sus manos temblorosas y frías, depósito la tapa en el suelo. Se comenzaron a originar los susurros, pero esta vez ninguna luz se apagó, se podía ver cómo el demonio iba aflorando de una forma extraña, de la vasija salía una especie de humo negro que poco a poco se iba juntando para formar al ente. Una vez terminado este despliegue por parte de Astaroth, el demonio comenzó a reír, tenía una risa siniestra y profunda.
–Trasformame en un demonio.
–¿Para que deseas ser un demonio?
Sven le contó el sueño que tuvo, también le dijo que planeaba ser el rey del infierno. Astaroth se quedó estupefacto, jamás había escuchado algo así de parte de un humano.
–puedo hacer eso, pero la transformación será temporal... –Una sonrisa odiosa comenzó a dibujarse en su rostro– A cambio... Mi libertad.
–Antes hagamos otro trato, exijo que ningún demonio pueda lastimarme.
–te daré eso a cambio de que me dejes tomar lo que yo quiera de tu vida... Pero no sabrás que es hasta que notes su ausencia.
Sven acepto el trato. El demonio parecía más que satisfecho. Esta vez no hubo ojos rojos, ni sangre, ni olor. Esta vez fue totalmente distinto. Sven se quedó ciego por unos segundos, sintió cosquilleo por todo el cuerpo. Cuando recuperó la visión, se percató de que ahora podía ver la esencia de astaroth, podía ver una especie de aura, la cual por alguna le daba muy mala espina.
Sven se sentia muy aturdido y algo mareado. Astaroth giro alrededor del rey. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, pero el joven no demostró, o trato, de no demostrar ningún sentimiento. El demonio le contó varias cosas que al rey se le hicieron más que útiles, le contó cómo ir al infierno y lo más importante, le dio un objeto muy importante, le entregó una espada demoníaca. Le explico que en el mundo de los Ángeles y demonios todos tenian una espada, angelical para los Ángeles y demoníacas para los demonios. Sólo los seres divinos podían tener una en sus manos y podían observarlas, con las espadas se podía asesinar a un demonio o a un ángel. Sven no se había percatado de que ahora podía ver una espada colgando de la cintura de Astaroth.
El demonio hizo una reverencia burlona y en menos de un segundo la biblioteca quedó totalmente hecha un caos, el demonio se fue riendo de forma esquizofrénica.
Sven, se quedó parado en el medio del caos que había quedado en la biblioteca. Estaba solo y en silencio con sus pensamientos. Levantó la vista hacia la pequeña ventana y noto que el cielo comenzaba a esclarecer. El rey comenzó a caminar lentamente hacia la puerta, cuando segundos más tardes cerro la entraba a la biblioteca, pensó en que tal vez todo lo que planeaba era una locura, pero a su vez, mientras el sonido de sus pisadas rebotaban en las paredes de los pasillos, se dijo a si mismo que ya no había vuelta atrás. Por alguna razón ni siquiera él sabia por que estaba haciendo todo eso.
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El rey de los malditos
FantasyUn joven rey de nuestro mundo, anhela ser el ser el único rey del infierno