capítulo 11

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Me sentía cansada, poco pude dormir gracias a las pesadillas que jamás se iban. 

Suspiré, y con pocas ganas conseguí levantarme de la cama y dirigirme hacia mi lavabo. No tardé mucho en asearme, aunque, me es mucho más complicado ahora que llevo la escayola. Seguidamente bajo a la cocina para poder comer algo antes de ir a despertar a mi peque. Es lo que más me tranquiliza últimamente, estar a su lado y jugar con él. 

después de dejar a mi pequeño con el chófer para que lo llevase a su escuela me dirigí hacía el garaje. Cómo no podía conducir a Erika por razones obvias, tuve que coger uno de los coches de papá. Elegí el que menos llamase la atención de todos, pero aún así al llegar al aparcamiento de la universidad, había muchas miradas alrededor de mi. 

Bajé suavemente, con la cabeza en alto, todos me miraban y susurraban. Para mí era lo de menos, seguro se habrían inventado varias historias de todo lo ocurrido. No le dí importancia. 

Saqué mis pertenencias del lado del copiloto y bloqueé el coche antes de seguir mi camino hacía el gran edificio delante mío. 

No soy una persona cobarde, ni mucho menos tengo miedo a cualquier cosa. Mientras avanzaba hacía mi casillero escuchaba como me llamaban de bruta, psicópata, asesina, bruja y muchos más insultos, el problema es que poco paciencia tenía para aguantar estupideces de cualquiera. me giré hacía todos e hice lo que me pareció correcto:

-¡Escuchad, pedazo de imbéciles, podéis insultarme todo lo que queráis, pero que quede claro una estúpida maldita cosa, no os metáis en mi camino!¡Largo!- grité enfadada. No escuché nada más y seguí mi camino. 

En mi taquilla había varias pintadas pero tampoco le dí demasiada importancia, a veces pienso que estamos en el puto instituto por estas chorradas que maduren de una jodida vez.

Estaba cabreada con todos y no quería saber de nadie que me viniese a decir ninguna tontería. Así que pasé el resto de las clases en silencio. Gabriela no estaba así que tampoco tenía con quien pasar el día. 

Al entrar en mi última clase, con don dolor de cabeza para mí, me sorprendí al entrar en clase y ver que los únicos que estaban ahí eran por los que recé no encontrarme hoy. El director, la estúpida y el gilipollas, el trío perfecto sin duda. 

Me volví para irme de ese lugar pero por lo visto el director no lo tenía planeado de esa manera.

-¿A dónde cree que va? Señorita. - Bufé cansada. Lo que me faltaba. 

-¿Qué desean? - pregunté - Si no hay clase me iré así de sencillo. 

-No puedes irte, estas tonta ¿o qué?- esa voz insoportable volvía a hablar. 

-Escúchame bien, no me hables, no me dirijas la palabra, no respires cerca de mí. Tú buscaste lo que encontraste el otro día, no es mi culpa que seas tan ignorante como para llegar a provocarme de aquella manera. Mi vida privada es exactamente eso, MI. VIDA. PRIVADA. No te metas conmigo- verla me alteraba y mucho, más sabiendo que ella sabía algo sobre mi pasado. Me olvidé que no estábamos solas y cuando me dí cuenta Pietro estaba a mi lado, esperando a que otra vez yo la atacara. No lo iba a hacer. 

-Señorita, usted está siendo irrespetuosa con mi hija y se está saltando varias normas de esta prestigiosa universidad- dijo el director poniendo a su hija detrás suya. 

-Señor director, con total respeto, no me importa mucho ahora mismo. Ella sabe lo que hizo mal y ahora sabe que conmigo no va a conseguir doblegar nada de lo que quiere. Tengo un pasado que quiero que siga siendo pasado. Solicito más respeto y educación por parte de su hija- contesto al director directamente. 

Pietro no habla, simplemente está de guardaespaldas de la enana enojada, que ahora mismo está roja, quiere gritarme e insultarme hasta no poder, pero sabe que si lo hace delante de su papá todo acabará para ella. 

El director sigue hablando algo sobre las normas de la universidad y que si somos mayorcitas paras peleas, otro rato muy largo, simplemente dejé de escuchar lo que decía porque el problema no era mío si no de su hija querida y loca. 

Miré un instante a Pietro, el cuál se había inmovilizado a mi lado y aún seguía igual en el mismo lugar. Tenía el ceño fruncido, pero una pequeña sonrisa casi imperceptible en los labios, esos labios...

Inconsciente, pasé saliva por mis labios mirando los suyos, mi gesto le llamó la atención y me miró fijamente a los ojos, los cuales se pusieron negros. No aparté mi mirada ni un momento después de eso. 

Hasta que el mismo director nos interrumpió. 

-Bueno, espero que le haya quedado claro a ambas todo lo que acabo de decir. - No había escuchado nada pero balancee mi cabeza afirmando lo que no había pasado. Enseguida se dirigió hacía la puerta.  

Visualicé cuando Pietro soltó una pequeña risa por el echo de no haber prestado la más mínima atención. y sonreí, cosa que no pensé ya que la odiosa seguía ahí parada mirándonos con los brazos cruzados. Rodé los ojos. 

-Ya te puedes ir- me dijo con voz de pito. 

-No me das ordenes, hobbit- negué con la cabeza.- Pero ya que sigues aquí, en la misma clase que yo, contaminando el aire, sí me iré porque no tengo nada que hacer aquí aún. 

Salí hacía la puerta y la iba a  abrir, con la mala suerte de que ella abrió hacia dentro haciendo que chocara contra mi ceja. Me caí,  aunque estoy acostumbrada a los golpes pero me aturdió bastante. enseguida Pietro estaba de mi lado ayudándome a levantar. Yo solo podía escuchar varias preguntas de dos personas distintas y unas risas atrás de nosotros. 

Un rato después miré la persona que había abierto de esas maneras la puerta y era un chico realmente guapo, no lo conocía de nada y nunca lo había visto en la universidad. Era muy alto con pelo y ojos negros y una cara de preocupación y arrepentimiento. Me quedé mirando en su dirección un rato y dije:

-¿Quién eres?

-Soy Noah Jhoson, soy nuevo, lo siento mucho por lo de tu golpe, te llevaré a la enfermaría, estas sangrando. - soltó el chico guapo. 

No lo sentía. Me toqué la frente y si dolía. 

-No hace falta yo mismo la llevo.-respondió PIetro. No quería, que se fuera con su zorra por ahí. aún estaba cabreada con lo del otro día que ni piense que lo perdonaré tan fácilmente.     

-No hace falta, señor Boselli, NOah, me acompañará, no se preocupe- dije por último. Me miró queriendo decir muchas cosas pero yo enseguida cogí la mano a Noah y nos dirigimos hacía la enfermería. 

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⏰ Última actualización: Nov 26, 2017 ⏰

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