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Nuestro primer último día en preparatoria fue mejor de lo que esperaba. Mi salón estaba a un lado del tuyo y me cruce contigo en el pasillo. Me sonreíste y mi corazón se detuvo. A pesar de que había sido una de esas sonrisas falsas que le dedicabas a todos tus conocidos cuando no querías acercarte, me encanto, significaba que me habías notado y yo era feliz con eso. Siempre me conformé con que me notarás solamente.
Tuve la suerte de que tú mejor amiga estuviera en el mismo salón que yo, así que sin falta te veía ahí al menos dos veces a la semana.  Hablándole sobre cosas que no entendía, riéndote como si nadie más estuviera en el salón, siendo tú misma, siendo esa persona que yo nunca pude llegar a conocer.

Todo lo que nunca fuimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora